"¿Por qué no te callas?"

Así ve la oposición venezolana la crisis entre Chávez y España

“¿Por qué no te callas?”. Esta frase que Su Majestad el Rey Don Juan Carlos ha dicho al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en la recién culminada Cumbre Iberoamericana ha causado los más variados titulares en todo el mundo. Si bien es cierto que se ha roto la diplomacia por parte de ambos, quisiéramos resaltar a nuestro modo de ver algunos temas de fondo.

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Es de todos conocida la simpatía mutua entre Zapatero y Chávez, además de los grandes negocios que existen entre ambos países. Entonces, desde Caracas nos preguntamos: ¿por qué el Sr. Zapatero tendría que haber reaccionado así frente al ataque a uno de sus grandes enemigos en la política española?, ¿por qué no se ha cumplido la máxima tan aplicada últimamente en nuestro país de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo?
 
Las respuestas pueden ser obvias para la mayoría de los españoles, tan es cierto que hemos visto al Sr. Rajoy dando declaraciones que para nosotros suenan un tanto fuera de tiempo. Irónicamente nos preguntamos: ¿cómo es posible que después de que Zapatero defendiera a una figura del PP como es Aznar se le pueda decir que esto es una consecuencia de la mala política externa de España hacia Venezuela?
 
Hacemos estos comentarios para ayudar a entender las diferencias abismales entre el proceder entre un país como España, donde se maneja una separación clara de poderes y la política de Estado aún mantiene un mínimo de formalidad frente a las diferencias ideológicas, y los usuales discursos a los cuales nos tiene acostumbrados Chávez. Esto que es un escándalo para los españoles, es el pan de cada día para los que vivimos en la tierra que vio nacer a Simón Bolívar. La descalificación, la ofensa y el radicalismo a nivel de discurso y hechos se han convertido para los venezolanos en cosas normales.
 
Chávez hace lo mismo en Venezuela
 
Pero lo que queremos resaltar de fondo es que lo que ha originado esta frase del Rey Don Juan Carlos es la incapacidad de diálogo que existe en el Gobierno venezolano, empezando por su presidente. Si esto lo hace con políticos extranjeros, pueden imaginarse ustedes, amigos españoles, qué clase de diálogo y debate se esta realizando en Venezuela en base a la próxima reforma constitucional. Basta ver las ofensas sin medida por parte del presidente hacia la Conferencia Episcopal venezolana o cualquier otra institución o persona que ha osado diferir de la propuesta de reforma constitucional hecha por él. En esta última semana hemos sido testigos de cómo incluso se ha expulsado del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) a personajes dentro del chavismo que tienen alguna objeción frente a la reforma y comienzan a ser voces de disenso frente a esta propuesta que quiere instaurar en Venezuela un Estado socialista y cercenar los derechos de todos los venezolanos.
 
“¿Por qué no te callas?”, decía el Rey Don Juan Carlos a Chávez, y nosotros repetimos la misma pregunta. Teniendo el precio del barril de petróleo casi a 100 dólares y todos los poderes del Estado en tus manos, ¿por qué no te callas y solucionas los problemas que tienen a Venezuela en el tope de los países en Latinoamérica en inflación, inseguridad, corrupción y muertes en las cárceles? ¿Cómo es posible que estemos buscando fascistas por todo el mundo y tras ocho años de gestión la gente se siga muriendo por falta de condiciones dignas en los hospitales, que no encontremos leche, azúcar, huevos y arroz, y que aún tengamos un control cambiario que ocasiona un dólar paralelo tres veces del oficial?
 
Esta retórica constante a la que estamos sometidos en Venezuela por parte del presidente Chávez y el buscar siempre un enemigo de turno para mantener un clima hostil no sólo es una estrategia para disimular la ineficiencia por parte del Gobierno, sino que muestra una grave incapacidad de diálogo. Lo que el presidente Chávez olvida es que el venezolano no es así. El venezolano es plural, abierto, siempre dispuesto al diálogo y a resolver las diferencias de manera amigable. Esto queda evidente en el creciente descontento frente a la reforma incluso dentro del chavismo.

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