El Primer Ministro del Parlamento Escocés:

Dentro de diez años, Escocia será independiente

Así lo ha dicho Alex Salmond, el líder del SNP (Scottish National Party). Salmond ganó las últimas elecciones al Parlamento Escocés consiguiendo 47 escaños para su partido, el Partido Nacional Escocés, y la elección como Primer Ministro gracias al apoyo de los Verdes. Mientras, en Westminster, viejos tiburones entre los Tories proponen vetar el derecho a voto a los parlamentarios escoceses en asuntos internos de Inglaterra. Pero es que resulta que el Premier Británico, Gordon Brown, es escocés él mismo. Los laboristas avisan de que esta medida conduciría a la anarquía constitucional. ¿Qué será del Reino Unido, sin unión? Y una vez más, ¿es comparable el caso del Reino Unido con el del Reino de España?

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Curzio Malatesta/Londres
 
En el diario británico The Guardian, cercano al Partido Laborista, se preguntaban en tono semi-jocoso qué sería de las fronteras, si se alzara sobre el Muro de Adriano uno al estilo de Berlín, que separase a los rebeldes pictos de la civilización anglosajona (sí, ponemos anglosajona donde iría romana y que Júpiter nos perdone el recurso estilístico), sólo que, esta vez, serían los rebeldes los que querrían estar aparte.
 
¿Será la realeza kicked out de su residencia de Balmoral por la pezuña de este nuevo William Wallace, Mr. Salmond, con apellido jocoso si no fuera por la d?(ser escocés y llamarse Salmond, es un chiste lo mismo en Londres que en Lepe). ¿De dónde sería Duque el Príncipe Felipe, el esposo de Isabel II, si ya no pudiera serlo de Edimburgo? E Isabel II, sería sólo Reina de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, pero no de Escocia, casi como Isabel I, la de infame memoria en la Europa Católica.
 
Y ahora, ¿quién dará la talla por los brits en Wimbledon, si Andy Murray deja de ser británico?
 
En los verdes y oscuros parajes de las Highlands los ingleses serán más bloody foreigner que nunca. Y si los turistas no entienden el inglés de los paisanos debido al fuerte acento, estos les podrán replicar: Why don’t ye leearn Gaelic then?
 
Y la libra escocesa, que circula ya anecdóticamente y para disgusto del que no es escocés en Inglaterra (nunca sabes si es de verdad o falsa), si Escocia no acepta el €uro, ¿tendrá fuerza independiente para competir con aquél y la esterlina tradicional?
 
¿Dejarán los ingleses de beber el mejor whisky del mundo, por haber dejado de ser británico? Seguramente su sentido pragmático se ajustará a los cambios en este campo sin pensarlo un segundo: Scotch. Double, please.
 
¿Y Sean Connery? El actor comprometido con la causa nacionalista, prometió que volvería a instalarse a su Escocia natal cuando ésta fuera independiente. ¿Cambiará 007 su soleada residencia en las Bahamas por los 364 días de lluvía al año de un país en el que, además, tendrá que pagar impuestos más altos? ¿Qué ha sido de aquello de: For Queen and Country, James?
 
Los hechos reales
 
Un hecho importante y radicalmente real no deja de existir por ridícula que pueda parecer la posibilidad de su realización a los que aún viven en una confortable ignorancia, que les impide cualquier percepción real de los mismos.
 
Tanto a un español exiliado en Londres, por ejemplo, como a otro exiliado en su vida privada, facturas, luchas por la supervivencia y entretenimientos varios, los tejemanejes de los politicos podrán resultarles, a menudo, material de ciencia ficción. Sin embargo, esa pequeña realidad que nos rodea y alimenta puede ser alterada directamente por los laboriosos despropósitos de esos personajes en cuyas manos reside el poder alternativa y azarosamente.
 
Nada es para siempre en esta vida. Todo cambia. Pero sobre todo en el mercado. Y cuando la política pasa de lo sagrado a lo profano, los dados no paran de correr. Las combinaciones no se terminan. La estabilidad casi imposible del mundo pierde el casi, y se vuelve imposible sin más.
 
Claro, cuando la unión de pueblos diferentes se basa en la fuerza de una institución sagrada como la monarquía, esa unión se vuelve frágil en los tiempos de la secularización.
 
Llega el sol a pilas de los intereses comunes, económicos o de potencia física. ¡Y qué calorcito que dan los billetes!, ¿quién lo niega? Sólo que estas sociedades son más ligeras, pues siempre surge la duda cuando las baterías aflojan o aparece otro benefactor.
 
Por ejemplo, un matrimonio unido sólo por el dinero o por la calidad de la cama se irá al garete en cuanto se acabe el dinero, o el sexo deje de ser tan excitante como al principio. Tiene que existir una connatural atracción mutua magnífica tanto física como espiritual (dos medias naranjas) o una lealtad que se haya hecho natural al principio sagrado del matrimonio, que arrincone y haga superar cualquier tipo de contratiempo personal o material.
 
El matrimonio sagrado de los desiguales británicos flaquea dentro, fuera y en ultramar, no por la mala gestión, sino porque ya no es sagrado.
 
Dios salve a la Reina.
 
Spain is different
 
Paren el carro los aguafiestas y los vendedores, que no hemos venido a cantar el Apocalipsis.
 
Si la sagrada corona que porta Su Graciosa Majestad Isabel II es, en última instancia, lo único que ataba los destinos de las Islas Británicas, no podemos decir lo mismo en el caso de España.
 
España no es sólo el polvo en el camino que levantan al galope pueblos guerreros invasores. Ni tampoco sólo la corona que porta su Jefe de Estado.
 
En España, por encima de los reinos antiguos, y el Rey moderno, hay un pueblo igual de heterogéneo de Norte a Sur y de Este a Oeste.
 
Iberos, Celtas, Romanos y Godos. Todos fundidos e inconfundibles ante el moro. Ocho siglos de lucha: eso es España.
 
Puede que hablemos castellano por azar histórico. ¿Pero qué vasco o catalán o residente de la República Independiente de Triana puede renegar del Quijote? Se lo pregunta un camarada sevillano del hidalgo de La Mancha que sabe que dentro de todo español, de Bilbao, Madrid, Barcelona, Valencia o Lugo hay dos figuras antagónicas; como los protestantes angloamericanos tienen un ángel y un demonio, nosotros tenemos a Don Quijote y a Sancho Panza.
 
Los ingleses y los escoceses, hablan más o menos igual, pero siempre se han creído diferentes naciones, aun leales a la misma corona.
 
Los españoles tenemos diferentes lenguas y usamos una en común desde hace siglos, pero siempre nos hemos sabido españoles, a veces, incluso en contra de la desidia de la corona. ¿Podrá unir la corona lo que las lenguas usadas de forma partidista quieren separar? ¿Se impondrá la impostura histórica a 500 años de realidad y 1296 años de ideal?
 
En nuestra España, sin duda, hay un concepto más profano de la monarquía (Liberté, Égalité, Fraternité) que en la contemporánea Gran Bretaña, por mucho que salgan los miembros de la casa de Windsor en las páginas de la prensa amarilla, mientras que nosotros no conocemos la vida privada de nuestros Borbones. Sin embargo, o puede que por la misma razón, el concepto moderno de nación está, o estaba, mucho más arraigado.
 
La mentira nacionalista puede comparar las regiones españolas(todas las autonomías) con las naciones británicas (Inglaterra, Gales, Escocia, e Irlanda del Norte). Pero Irlanda y Escocia eran unidades políticas independientes antes de ser conquistadas por Inglaterra, mientras que ni Cataluña ni el País Vasco tenían entidad política antes de que España existiera. Más aún: España no habría nacido sin la voluntad decidida y concorde de castellanos, leoneses, catalanes de la Corona de Aragón y vizcaínos de la Corona de Castilla, entre otros afluentes. Y por otro lado, ¿dónde empezó la Reconquista sino, precisamente, en esas tierras del norte, algunas de las cuales, ahora, dicen que esto de la unidad nacional no va con ellas? ¡A buenas horas!

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