¿Y qué se hizo de la "educación republicana"?

Golpe a la escuela laica: los franceses prefieren colegios religiosos

“¡Al diablo el laicismo!”, titulaba el semanario francés L’Express. Cada vez más, los padres franceses eligen la enseñanza católica para sus hijos. Por pragmatismo, fundamentalmente: en general, los alumnos están mejor dirigidos, más motivados y también mejor seleccionados. Influyen varios factores: los resultados en el bac (exámenes finales de bachillerato francés), el origen social de los alumnos, la selección de los establecimientos. El palmarés de L’Express confirma insistentemente este éxito. Hasta hace poco, la enseñanza pública francesa, republicana y laica, era un referente mundial. Eso se acabó.

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Curzio Malatesta
 
LEXPRESS.fr ha publicado, departamento por departamento, una clasificación de 1.865 centros públicos y privados. Los resultados incluyen todos los centros por departamento del año 2000 al 2006 y sus clasificaciones nacionales y departamentales a partir de los años académicos 2006, 2005 y 2004.
 
Béatrice, una rubia de 45 años, alta, con vaqueros y botas de montar, responsable de marketing de una compañía parisina, se define como una “hija de la República”.
Nacida en una familia de inmigrantes italianos, se autocalifica como “un producto de la escuela laica”. Estuvo escolarizada en la pública desde preescolar, asistiendo a Tolbiac, una de las escuelas más izquierdistas; luego fue profesora de economía en las afueras de París. En el sector público siempre. Pero ahora ha echado un púdico velo sobre sus convicciones republicanas y laicas, para asombro de sus amigos. Ha escolarizado a su hija y a su hijo en un centro privado, en segundo y cuarto grado respectivamente, en Fénelon-Sainte-Marie. Este establecimiento católico del elegante distrito VIII de París, muy apreciado gracias a su 100% de aprobados en el bac 2006, ocupa el 87º puesto en la clasificación nacional de L’Express.
 
“Mi concepto de la educación –dice Béatrice- es dar a mis hijos el mayor número de claves, lo más fuerte posibles, para que se desarrollen en la vida. Para mí, los caminos del éxito pasan por el sector privado. Hoy ya no basta con el bac, hace falta obtenerlo a la primera y con buena nota. Yo hubiese preferido dejarlos en la pública, pero, francamente, es mejor aquí”.
 
Como los hijos de Béatrice, 2.014.252 alumnos, o sea, uno de cada seis alumnos franceses, han tomado a comienzo de 2007 el camino de los centros católicos. Éstos forman el 97% del sector privado y han acogido a más de 6.000 nuevos alumnos. El 13 % de los padres que tienen un hijo escolarizado en un centro público, lo cambiarían a uno privado si tuvieran la posibilidad, según un sondeo publicado por la Peep (asociación de padres de alumnos). Y según Eric de Labarre, secretario general de enseñanza católica, más de 30.000 familias están en lista de espera para el año que viene por falta de plazas. 
 
“Me molesta criticar lo público, pero no hay ni punto de comparación”
 
Los centros privados, ayer reservados a una burguesía que quería asegurar la supervivencia y desarrollo en su círculo social, hoy atrae cada vez más. Es verdad que los “tala”, “los que van a misa”, como los llamaba en los años 90 Marguerite Gentzbittel, la entonces tan mediática directora del instituto público Fénelon, formaron siempre un pelotón importante. Pero hoy son ahogados en la masa infantil perfectamente atea, incluso musulmanes y judíos, que acude a los centros católicos.
 
“Desde los años 1990, sólo del 10 al 15% de los padres vienen a nosotros por la dimensión religiosa”, estima Eric de Labarre. Ya no es obligatorio presentar un certificado de bautismo para inscribir a su hijo. Entre sus filas encontramos hijos de políticos de izquierda y sindicalistas. La privada está abierta a todo tipo de perfiles empujada por un imperativo: la demanda de padres convencidos por un principio de realismo.
 
El cálculo se hace rápido. Es el pragmatismo lo que les importa: el 50% de los niños, en algún momento de su escolarización, en función de su situación familiar, de sus resultados, de su estado psicológico, del lugar donde habitan, pasan a la privada. También hay diferencia según los niveles: 1 alumno de cada 7 en preescolar y elemental, 1 de cada 5 en la secundaria.
 
Cuanto más se acerca el bac más crece la angustia de los padres por cambiar a los hijos a la privada. La educación privada hoy es símbolo de experiencia y éxito. De hecho, sobre los 467 centros de la clasificación considerados como muy buenos, 287 son privados, o sea, el 61%. Mientras más se busque la excelencia, más parece ofrecer el terreno privado un desarrollo propicio para las élites del futuro: de los 100 primeros centros de secundaria franceses, 78 son privados. Muchos de los padres son atraídos por la dulce melodía de estas cifras.
 
“Me molesta criticar lo público, pero no hay ni punto de comparación”, dice Isabelle, madre de Olga, alumna de 11 años que entró en sexto en la privada después de haber estado en primaria en Bagnolet, en la periferia de París. “Mi hija, a causa de la pública, se retrasa un poco, pero se pondrá al día. Desde que entró ha adquirido las formas, ha aprendido a trabajar sola, seguir los estudios dirigidos dos veces a la semana, pasar cada quince días por pequeños exámenes que la motivan mucho. Todo por menos de 1.400 euros al año. Francamente, la relación calidad precio es excelente.”
 
Sería precipitado oponer público y privado como desastre y maravilla, como garantía de éxito en uno y camino hacia la cárcel el otro. El retrato, evidentemente, requiere más matices, además de que el resultado varía entre departamentos. Mientras que Ile-de-France, Alsacia y Ródano-Alpes figuran entre las zonas preocupadas por la saturación del alumnado privado, este último sufre pérdidas en la Lorena, Champagne-Ardenas, Normandía y Borgoña. 
 
“Para nosotros el alumno no es un número”
 
La verdadera garantía de éxito de los alumnos se inscribe en la categoría profesional de los padres. Un estudio publicado por la Dirección de la Evaluación y la Prospectiva, en Julio de 2004, estableció que las posibilidades de éxito dependen más de las características personales (retraso escolar, origen social, sexo…) que del tipo de sector elegido (público o privado). Los alumnos de centros de secundaria de entorno social más favorable, el 41% de los candidatos al bac, obtienen de esta manera una media de aprobado superior en 12 puntos a la media de los alumnos de origen menos favorecido. Sin olvidar que, además de la admisión más selectiva, los centros privados sólo mandan a los mejores al bac. 
 
“Entre tercero y segundo, un tercio de los alumnos repiten curso y son reemplazados por otros venidos de fuera y mejores”, reconocía Béatrice. “Pero en Carnot, el instituto público de al lado, que ha obtenido un 98% de aprobados en el bac en 2006, hicieron exactamente lo mismo…”.
 
Ciertamente, la selección de los alumnos da sus frutos. Pero los establecimientos privados experimentan también prácticas pedagógicas específicas muy eficaces. “Cuando Camille sacó 12 de media en matemáticas, fui convocada, para ver si había un problema,” cuenta Sofía, de 40 años, publicitaria. “Miran mucho por los niños. Los cuales sufren bastante presión: a la edad de 12 años, la mejor amiga de mi hija sufre de taquicardia y toma somníferos para contrarrestar los nervios.”
 
Un caso extremo, pero revelador: en la intimidad, la exigencia es mucho más elevada, con riesgo de crecer un poco demasiado lejos de los alumnos que todavía son unos niños. Nadie, sin embargo, se queja de eso. Porque esta estimulación se acompaña también de una gran atención a la personalidad del individuo. "En nuestro centro, el alumno no es un número; es un ser con un nombre, una historia, riquezas y debilidades –asegura Eric de Labarre-. No enseñamos matemáticas católicas, pero tenemos un modo cristiano de abordarlas. Intentamos despertar la interioridad, dar un sentido, una dirección, a la vida de los alumnos, y además, desarrollar su espíritu crítico."

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