Esto traerá cola

La independencia de Kosovo: el fin de Europa

La frase es del ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov: la independencia de Kosovo significará el final de Europa. ¿Exageración? No: la declaración unilateral de independencia por el “gobierno” musulmán-albanés de Kosovo es semilla de guerras futuras. La opinión de los especialistas es casi unánime. La agencia rusa RIA Novosti ha pedido a varios analistas y expertos políticos europeos que opinen sobre ello. Su juicio es unánime: no podía haber nada peor para la estabilidad en la región. La legalidad internacional queda también fuertemente afectada. Sólo los Estados Unidos sacan beneficio del lance. Europa, doblegada bajo los intereses de Washington, no sabe reaccionar.

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Estos son los analistas consultados por RIA/Novosti, y estas sus opiniones:
 
Alexander Rahr, analista político en el Consejo alemán de relaciones exteriores:
 
“La declaración unilateral de independencia del Kosovo, y especialmente su reconocimiento por los países europeos, puede abrir una Caja de Pandora. Crea un precedente para otras repúblicas separatistas y regiones autónomas, que pedirán acciones similares y los mismos derechos que se ha garantizado a los kosovares. Los vascos pueden pedir su secesión de España; los tiroleses, la secesión de Italia y la minoría húngara su separación de Rumanía; los caucasianos del norte, su secesión de Rusia (…). Pero Occidente piensa que Lavrov dramatiza porque los separatismos se tensan con los problemas económicos, mientras que Europa confía en que su economía es estable, lo bastante para que no haya riesgo de separatismos. Sin embargo, el peligro existe, y las palabras de Lavrov, que no se han considerado importantes hoy, quizá puedan tener más significado dentro de unos años”.
 
John Laughland, periodista británico, coautor del libro Russia: The New Cold War? (Vallentine Mitchell, Londres, 2007):
“Yo apoyo la posición rusa sobre Kosovo porque tiene el mérito de la coherencia, mientras que la posición occidental es inconsistente y contradictoria. Occidente (la UE más EEUU) apoya la independencia de Kosovo pero se opone a la de Flandes, el norte de Chipre, la república Srpska (serbia) en Bosnia, Transnistria, Osetia del sur, etc. Al mismo tiempo, ese Occidente se opone a la división del Kosovo, cuando al norte de Mitrovica sólo viven serbios. La independencia del Kosovo estimulará llamamientos similares a la independencia en el oeste de Macedonia, el valle de Presevo y puede que indirectamente en el Cáucaso. Además, Kosovo no puede ser independiente actualmente. La UE desempeña para la ONU una función de protectorado. Hay planes para enviar miles de oficiales y policías al Kosovo post-estatus, mientras que 16.000 hombres de la OTAN permanecen allí. Kosovo ha tenido más independencia real cuando estaba bajo Serbia que ahora bajo la ONU o que la que tendrá en Europa. Lavrov tiene razón cuando dice que la independencia del Kosovo sería el comienzo del fin de la Europa actual, porque el estatuto del Kosovo fue fijado por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU (la 1244). Si la UE y los EEUU contradicen esa resolución, que dice que Kosovo es parte de Serbia, demostrarán su desdén a la ley internacional y mostrarán ellos mismos que no ofrecen garantías como socios internacionales (…).
Jan Carnogursky, ex primer ministro eslovaco (1991-1992), experto en Kosovo:
“El reconocimiento de la independencia de Kosovo es una tragedia para los serbios, por cuanto Kosovo es parte fundacional de su propia historia. El estado Serbio nació en Kosovo y los territorios adyacentes en los siglos IX y X. La ortodoxia serbia también tiene sus raíces aquí, desde que San Savva, el más reverenciado santo de Serbia, fundara numerosos monasterios en el siglo XIII. La provincia fue el corazón del estado serbio en la primera mitad del siglo XIV. Lavrov dice que la independencia de Kosovo puede ser el comienzo del fin de Europa; es una dramática, pero esencialmente correcta perspectiva sobre el problema. Moscú nunca ha aprobado la política occidental hacia Kosovo y la antigua Yugoslavia. Aunque jugó un papel clave para detener la guerra en 1999, Rusia fue el único miembro del Grupo de Contacto al que no se asignó un sector de responsabilidad en la provincia. Cuando los paracaidistas rusos marcharon sobre Pristina en junio de 1999, los serbios los acogieron con júbilo, porque siempre habían visto la presencia rusa como la mejor garantía de sus derechos. Por desgracia, los acontecimientos de Kosovo demuestran que la geopolítica puede fácilmente derrotar a los principios morales y legales en el siglo XXI. La secesión de Kosovo respecto a Serbia, sin el acuerdo de Belgrado, crea un precedente para Abjazia, Osetia del Sur y Transnistria, y da a Moscú derecho moral a reconocer la independencia de las repúblicas post soviéticas que se hallan divididas, con una parte de la población que quiere volver a depender de Moscú”.
Daniel Vernet, director de la sección de relaciones internacionales en Le Monde:
“Las palabras de Lavrov son demasiado dramáticas. La decisión de dar la independencia a Kosovo está lejos de ser la ideal, pero, en las actuales circunstancias, es el mal menor. Si recuerdo bien, es la política que Slobodan Milosevic siguió desde 1989 la que llevó a la actual situación. En cuanto a sus consecuencias geopolíticas, no creo que nadie quiera beneficiarse de la independencia de Kosovo como un pretexto para desestabilizar los Balcanes o las regiones europeas adyacentes. Pienso que el sentido común predominará y que las consecuencias internacionales de la independencia de Kosovo serán mínimas”.
James George Jatras, director del Consejo americano para Kosovo:
“La administración albanesa musulmana de Kosovo, supervisada por la ONU, saca una declaración de independencia pidiendo el reconocimiento de los Estados Unidos y otros países. Por supuesto, Serbia lo rechazará, como también Rusia y China, cuyo veto en el Consejo de Seguridad tendrá que ser superado por los EEUU. Se está subestimando el hecho de que esto carece de cualquier apariencia de legalidad en el sistema internacional. Es la primera vez que un grupo de países propone separar parte del territorio de un Estado sin su permiso (desde luego, muchos países han sido vencidos y ocupados y obligados a firmar tratados por los que cedían territorios. Benes firmó la cesión de los Sudetes en 1938. Pero ninguna mano serbia ha firmado nada sobre Kosovo). Las garantías internacionales sobre la integridad territorial, tal y como figuran en la Carta de las Naciones Unidas y en el Acta Final de Helsinki, se convertirán en letra muerta.
La acción de los EEUU será también un duro golpe para la que tal vez es la única parte del sistema de la ONU con valor real: el Consejo de Seguridad, que ha ayudado a prevenir guerras mayores desde 1945 (…). Devaluar la posición permanente de Rusia en el Consejo de Seguridad frustrando su veto es un gran ‘plus’ para Washington, cuyo mensaje a Moscú se entenderá así: “Piense usted lo que piense, todavía estamos como en 1999. Nosotros podemos hacer lo que queramos y usted no podrá pararnos”. La acción de los Estados Unidos, apoyada por nuestros “aliados” eslavos en Europa, no cambiará el estatuto de Kosovo. El estatuto de Kosovo es claro: es una parte de Serbia con presencia internacional mientras Serbia la ha aceptado. Tras una declaración unilateral de independencia, y si llega el reconocimiento de algunos países, comenzará una competición entre estados favorables y contrarios. Aunque Washington pretenda absurdamente que Kosovo no siente precedente, ningún gobierno de ningún estado multiétnico podrá reconocer a Kosovo por el evidente peligro que implica.
Kosovo nunca será miembro de la ONU. Serbia querrá recuperar el control del área norte de Kosovo y quizá también de algunos de sus enclaves. No será el preludio de una partición, sino la liberación de una parte de Serbia que fue ocupada por un régimen ilegítimo, criminal y separatista en Pristina, apoyado agresivamente por poderes extranjeros. Ello puede llevar a los albaneses y sus apoyos a decidir abrir un nuevo ciclo de violencia atacando a los serbios, de la que queda allí un tercio de la población que había en la preguerra, y que será erradicada y el resto de sus iglesias, destruidas. Las áreas de Kosovo controladas por Albania caerán en las redes negras del crimen organizado (drogas, esclavos, armas) y del terrorismo yihadista bajo un “gobierno” compuesto por criminales de guerra e implicados en la mafia albanesa. Lejos de estabilizar el oeste de los Balcanes, la inestabilidad se perpetuará por la alienación de Serbia (…)”.

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