65 horas

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Ante disparates del calibre de la propuesta comunitaria de ampliar la jornada laboral a 65 horas semanales, a uno se le ocurren muchas cosas y de variado jaez.

En primer lugar, para enfrentarse a una propuesta cruel con los trabajadores, me fío más del PSOE que de un PP con Pizarro como figura estelar, aunque sólo sea porque los primeros, al menos, habrán de aparentar que aún son “izquierda” y que ese “socialista obrero” no sólo es retórica. Por el contrario, los empresarios estarán encantados con explotar más al trabajador por igual sueldo. Tres países que apoyan la medida son los regidos por Berlusconi, Merkel y Sarkozy, es decir, por la rancia derecha del talonario y las ínfulas millonarias (¿en el barco de qué ricachón se fue Nicolas de veraneo?). Nada bueno puede venir de ahí en cuanto a derechos laborales o a mejora de condiciones para el asalariado.

En segundo lugar, 65 horas laborales por semana (que muchos españoles conocen tan bien) es destruir el tejido familiar, sobre todo porque si los sueldos suben un poquito (que nadie piense en que los empresarios los van a cuasi duplicar), la vida sí que se encarecerá proporcionalmente. Así, las personas podrán dedicar todos sus días a subvencionar a constructores, socios capitalistas de grandes almacenes y a la administración, únicos espacios a los que irá a parar su dinero. ¿Qué tiempo de vida le quedará a quien trabaje de lunes a sábado de 9 a 14 y de 16 a 22? ¿Qué planes de futuro va a hacer? ¿Para qué quiere vivir?

En tercer lugar, es triste que ante el brutal predominio del sistema capitalista, los países de la UE sólo tomen modelo de Estados como el Principado de Andorra en cuanto a niveles de explotación y maltrato de los trabajadores (con el intocable despido libre), y no en cuanto a inmigración y a condiciones prácticamente imposibles de acceso a la nacionalidad (20 años en Andorra, 30 en Mónaco). En España, ¿dónde están los contratos para poder entrar?, ¿dónde están los reconocimientos médicos para permitirles la residencia?

Mientras la sociedad aún se plantea si el modelo que copia la UE es el de los Estados Unidos, noticias como la de las 65 horas nos hacen ver que no. El modelo es el de China o los países del tercer mundo: una clase millonaria en las alturas, y los trabajadores, cada vez más pobres, en la miseria de la base piramidal. ¿Estado del Bienestar? ¿Estado de Derecho? ¿Derechos sindicales? En absoluto. 65 horas es la pura explotación, una semiesclavitud con el beneplácito de la derecha cavernícola y plutócrata.

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