Reeditado "El señor natural", del húngaro László Passtuh

La corte de Felipe II descrita por un maestro de la novela histórica

Después de más de quince años de ausencia de las librerías, Áltera ha reeditado una de las mejores novelas históricas jamás escritas, y sobre tema español: El señor natural. Su autor es el húngraro László Passuth, un enamorado de España, de quien es más conocida la formidable El dios de la lluvia llora sobre México, que narra la conquista de México. En El señor natural nos mantenemos dentro del Siglo de Oro. Después de la epopeya de la derrota del Imperio azteca, el reinado de Felipe II: la guerra de Flandes, la batalla de Lepanto, la figura sugestiva de Juan de Austria, las conspiraciones de la princesa de Éboli y el secretario Antonio Pérez…

Compartir en:

Después de más de quince años de ausencia de las librerías, Áltera ha reeditado una de las mejores novelas históricas jamás escritas, y sobre tema español: El señor natural. Su autor es el húngraro László Passuth, un enamorado de España, de quien es más conocida la formidable El dios de la lluvia llora sobre México, que narra la conquista de México. En El señor natural nos mantenemos dentro del Siglo de Oro. Después de la epopeya de la derrota del Imperio azteca, el reinado de Felipe II: la guerra de Flandes, la batalla de Lepanto, la figura sugestiva de Juan de Austria, las conspiraciones de la princesa de Éboli y el secretario Antonio Pérez…

Un chiquillo que juega en las callejas de un pueblo y el rey más poderoso acomodado en su palacio, ¿pueden tener algo en común? Pues que ambos son hermanos, hijos del mismo hombre. El primero es Jeromín, luego conocido como Juan de Austria, y el otro es Felipe II. Durante años viven sin conocerse hasta que la muerte de su padre, el emperador Carlos V, les descubre su vínculo de sangre. Una mañana Jeromín sale de su casa a una cita arreglada por quien cree su padre; se encuentra con su hermano el rey; y regresa convertido en príncipe. Por asombroso que nos parezca, así podían ocurrir las cosas en el Siglo de Oro. Porqueros que llegan a virreyes, bastardos ennoblecidos como altezas, emperadores convertidos en monjes…
 
El novelista húngaro Laszlo Passuth describe en El señor natural los destinos de Felipe II y Juan de Austria, protagonistas de una época en que el destino del mundo se jugaba en Madrid. De los españoles dependía que los turcos no arrasasen Viena ni Roma, que los católicos irlandeses y británicos no fueran torturados, que los japoneses y los chinos fueran cristianizados, que se construyesen universidades en México y Perú, que los mejores artistas del mundo pintasen los cuadros que aún nos conmueven… Y todos estos asuntos pasaban por la mesa del rey Felipe II, primero en el alcázar y luego en el monasterio de El Escorial.
 
Passuth no se limita a situar amoríos, batallas o aventuras en una época pasada, sino que reconstruye ésta y a los personajes que la forjaron. Así, describe a Felipe II como un gobernante prudente, meticuloso, consciente de su misión y de las consecuencias de sus actos, de los que está convencido que rendirá cuentas ante Dios. Junto a unos personajes impulsados por la responsabilidad y el deber, se mueven, como polillas en torno a la luz, otros cuyos únicos objetivos son el poder, la riqueza y la lujuria: el burócrata traidor Antonio Pérez, la princesa de Éboli, el noble holandés Guillermo de Orange…
 
Laszlo Passuth (1900-1979), escritor y traductor húngaro, era un enamorado de la historia y la cultura españolas, que le inspiraron varias de sus mejores novelas. Sus primeras novelas se editaron en los años treinta. Entre 1948 y 1956 fue castigado por la dictadura comunista: sólo se le permitió publicar traducciones; después, se le toleró y se permitió la traducción de sus novelas en el extranjero.
 
Passuth no se limita a situar aventuras o amoríos o batallas en una época, sino que reconstruye ese siglo y describe a los personajes que intervinieron en ella.
 
 

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar