Reflexiones y propuestas para salir del atolladero

Frente a la debacle de los partidos: que cristalice el movimiento ciudadano

Sería preciso crear una nueva categoría de status político para el movimiento ciudadano: la de "desafiliado". Desafiliado pero no inactivo. Sería la figura de un ciudadano preocupado por el estado de la cosa pública que va cambiando sus papeles, desde la creación y emisión de opinión hacia la participación directa en partidos y cargos dirigentes en los mismos, para retornar posteriormente al papel de ciudadano activo sin participación directa en la política, pero continuando en la creación y emisión de opinión, como ciudadano activo pero desafiliado.

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Sería preciso crear una nueva categoría de status político para el movimiento ciudadano: la de “desafiliado”. Desafiliado pero no inactivo. Sería la figura de un ciudadano preocupado por el estado de la cosa pública que va cambiando sus papeles, desde la creación y emisión de opinión hacia la participación directa en partidos y cargos dirigentes en los mismos, para retornar posteriormente al papel de ciudadano activo sin participación directa en la política, pero continuando en la creación y emisión de opinión, como ciudadano activo pero desafiliado. 

El problema de fondo es cómo organizar el espacio político del movimiento ciudadano, ¿a través de uno o varios partidos que se coaligan y “descoaligan” en los diversos momentos? 

Recordad la experiencia republicana durante la segunda República: aquello era un espacio en ebullición estructural, con diversos partidos que iban cambiando de denominación, orientación y alianzas en función de la situación general. 
Y ¿qué era lo que caracterizaba a estos partidos? Pues que eran partidos de cuadros, con una estructura muy floja e inestable pero que recogían entre todos un amplio espacio de votantes. 
Al principio de toda esta movida de Ciudadanos y UPyD uno pensaba que era necesaria la creación de un tercer partido bisagra y tercerista para evitar la destrucción de la democracia española por obra del oportunismo y sectarismo de los dos grandes, empujados al anquilosamiento y a la cesión frente a soberanistas y separatistas. 
Ahora estoy empezando a pensar que no se trata tanto de crear un tercer partido como de crear un tercer espacio que cristalice en diversos partidos que se agrupen o desagrupen en función de los objetivos a largo y corto plazo de cada momento. 
¿Es esto hacer de la necesidad virtud? Quizá, y quizá la forma de cuajar del tercer espacio sea ésta, polimorfa e inestable, inmersa en un proceso a largo plazo con muchas incidencias y crisis intermedias. 
Pero lo importante, lo esencial, es que haya un movimiento ciudadano activo y vivo, que pueda controlar e influir en los movimientos de las élites políticas, apoyando o retirando el apoyo, o creando nuevas estructuras políticas, como partidos o coaliciones electorales, según se vaya desenvolviendo la situación. 
¿Cuál es el objetivo: ganar un Congreso en una estructura que quizá sea ya inviable, o marcar un rumbo firme a un movimiento ciudadano que ya tiene de momento dos estructuras partidarias que pugnan por representarlo? Y añadiría: a la vista de las crisis de Ciudadanos y UPyD, ¿no sería conveniente crear nuevas estructuras? ¿Un nuevo partido o una agrupación electoral? 
Y planteo la cuestión: ¿no estaremos equivocándonos de objetivo? ¿No será que en el fondo de todo esto se trata más de crear un movimiento potente con diversas estructuras, en lugar de un partido que monopolice la representación del movimiento? 
En fin, ahí os dejo esta hipótesis: si es correcta, lo importante es tener un movimiento vivo que se expresa en redes diversas que de ese modo controlan a las diversas élites políticas y evitan su oligarquización.
 
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