Las causas de la destrucción de Europa en una investigación estremecedora

¿Sirvieron los bombardeos aliados sobre Alemania para terminar la guerra? ¿O bien fueron inútiles?

La Segunda Guerra Mundial representó el final de un tiempo en el que la civilización europea había campeado por el orbe sin competencia. Unos quinientos años, aproximadamente, había durado tal hegemonía. En 1945, las principales urbes del continente yacían enterradas, en efecto, bajo toneladas de escombros o lo habían estado hasta apenas unos meses antes.

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La Segunda Guerra Mundial representó el final de un tiempo en el que la civilización europea había campeado por el orbe sin competencia. Unos quinientos años, aproximadamente, había durado tal hegemonía. En 1945, las principales urbes del continente yacían enterradas, en efecto, bajo toneladas de escombros o lo habían estado hasta apenas unos meses antes.

Aunque no cabe duda de que los alemanes comenzaron las agresiones militares en Europa ¿se produjeron éstas por expreso deseo del mando alemán o fueron la consecuencia de una dinámica diabólica en la que todos tuvieron parte? ¿Cuáles eran los propósitos de la jefatura del Reich? Es evidente que Hitler se rearmaba para una guerra, pero ¿qué guerra?

En las 400 páginas de Europa bajo los escombros, que cuentan con un prólogo de Javier Ruiz Portella, el historiador Fernando Paz entrelaza las cuestiones referentes a la política exterior con las propiamente militares. Pues mientras los Aliados –especialmente los británicos– desarrollaron el bombardeo estratégico como un arma esencial de su arsenal ofensivo, los alemanes apenas prestaron atención a la fuerza de bombardeo pesado. En consecuencia, Alemania no fabricó este tipo de armamento. Los blancos de los alemanes eran Rusia, las estepas del Este, las tierras negras ucranianas, objetivos para los que las flotas de bombardeo no tenían sentido.
 
El autor repasa la formulación original de esta doctrina, concebida a partir de los avances industriales y tecnológicos de la primera mitad del siglo XX. Ofrece una panorámica de lo que la concreción de estas doctrinas supuso para los planes bélicos de unos y otros contendientes durante la II Guerra Mundial y termina rematando la faena, en lógico corolario, al resolver la dudosa ecuación que justificó el lanzamiento masivo de bombas explosivas e incendiarias sobre el Reich cuando éste se hallaba en pleno colapso.
 
¿A qué se debió que las cifras de bombas arrojadas por la RAF y la USAAF se disparasen justo mientras Alemania apenas podía defenderse, cuando el desenlace de la guerra no ofrecía la más mínima duda? La respuesta que se obtiene es inequívoca: los Aliados profesaron lo que Fernando Paz denomina una “doctrina del odio” que argumenta sobradamente como causa de la desproporción de los ataques sobre la inerme Alemania. Tanto los norteamericanos como los británicos –por no mencionar a los soviéticos– se nutrieron de multitud de prejuicios, en parte heredados de otros tiempos y en parte de carácter ideológico, que justificaban la aniquilación de poblaciones enteras sin necesidad de ulteriores justificaciones.
 
Los protagonistas principales de este tiempo histórico tienen un papel más bien deslucido –repulsivo, en ocasiones–, y como tal se les retrata, sin menoscabar su responsabilidad en atrocidades o en la elaboración de un discurso que en no pocas ocasiones no era más que la coartada encubridora de decisiones de carácter difícilmente disculpable.
 
Al hilo de la política de los bombardeos sobre Europa, el autor va desgranando en Europa bajo los escombros los resortes de la política exterior, especialmente entre los Estados Unidos y Gran Bretaña, la complejidad de sus relaciones y las distintas perspectivas a la hora de afrontar el conflicto. De hecho, termina por tenerse la sensación de que en la decisión del bombardeo de Europa tuvieron más parte las tribulaciones políticas que las necesidades militares.
 
Lea aquí el primer capítulo del libro
 

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