Un reportaje escrito en 1959 en un diario soviético describía un porvenir maravilloso

Así sería el Moscú socialista de 2010: coches y restaurantes gratis

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El Komsomolskaya Pravda, el diario de la Juventud Comunista, que se fundó en 1925 y sigue editándose en la actualidad, pese a la caída de la dictadura bolchevique, publicó en 1959 un reportaje sobre las maravillas que verían quienes viviesen en 2010. Como en un tebeo de Flash Gordon o un serial de Diego Valor, presentaba un futuro lleno de sorpresas agradables y asombrosas. El artículo acaba de ser íntegramente reproducido por el periódico italiano Il Corriere della Sera. Se publicó en un país que ya no existe.

El reportaje apareció en la estela causada por los éxitos soviéticos en la recién comenzada carrera espacial, con la colocación en torno a la Tierra del Sputnik. En la Luna ondearía la bandera roja como lo hizo en 1945 en Berlín y en Viena.
 
El autor enumeraba una serie de triunfos socialistas en 2010: el mundo funcionaría sin dinero; el alcoholismo (muy grave en la URSS) y la delincuencia habrían desaparecido; los restaurantes servirían de manera gratuita a todo el que quisiera sentarse a sus mesas; los moscovitas dispondrían de limusinas gratuitas para viajar por la ciudad. Los avances se producirían igualmente fuera de la Tierra: en la Luna habría fábricas metalúrgicas, y en Marte, clínicas dedicadas a los trasplantes de órganos humanos. La inmensa Siberia se convertiría en un vergel gracias al deshielo de su hielo mediante el empleo de energía atómica, y el cerebro de un mamut congelado hallado en esa zona sería reanimado en el Instituto de Medicina Térmica de la URSS (esta última idea la plasmó en la literatura Michael Crichton, y en el cine, Steven Spielberg). El socialismo habría traído al mundo todos estos prodigios y avances.
 
A los treinta años de la publicación del reportaje, el muro que dividía Europa se desmoronaba por el empuje de las poblaciones del Este de Europa, hartas de privaciones, de opresión y de mentiras.
 
En lo que sí acertó el periodista —sonó la flauta por casualidad…— fue en la descripción de los teléfonos del futuro: serían pequeños, portátiles y llevarían cámaras.

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