El batacazo de Juanito (Coalición Valenciana)

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Juan García Sentandreu —Juanito García Sentandreu para los amigos— se ha pegado el pasado 27-M un piñazo de órdago. Y bien que lo siento. No sé si le han faltado weltanschauung, paciencia y asesores o qué puñetas le ha pasado. Lo cierto es que Coalición Valenciana, el flamante invento apadrinado por los Lladró —los de las celebérrimas figuritas de porcelana— se ha escacharrado nada más salir de boxes, en la primera curva. ¡Demasido quijote este Juanito! ¡Exceso de quilates de tuétano para eso de la política! ¡Toneladas de integridad frente la barahúnda de las babas, la caspa y los esfínteres anales! A mí me cae bien Juanito por decir las verdades del barquero aunque las verdades del barquero se queden en matacagá: la verdad sigue siendo verdad aunque tenga un voto y la mentira sigue siendo mentira aunque tenga diez millones. A Juanito —y a gentes como él— hay que agradecerles al menos saber que la culpa de los libros en catalán —no porque sean en catalán, sino por la bilis antiespañola que rezuman— que mi hijo se tiene que meter en su tierno caletre de diez años, no la tiene Carod-Rovira, sino José María Aznar —¿recuerdan?— y Eduardo horloges Zaplana.

Juanito, a pesar de todo, a pesar de lo que te digan cofrades y enemigos, saltimbanquis y budas, correveidiles y sobraos, un ruego: no cambies.

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