¿De quién se tratará? ¡A que lo adivinan!

Vileza (con zeta de nazi)

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 Cierto personajillo de la telecaca, que fue política en sus ratos libres, se ha dolido en las banderillas que hace siete días planté en la cresta de los nuevos fachas. ¡Curioso destino para alguien que quiere prohibir los toros! Estoy dando pistas, porque no pienso decir el nombre de la pecadora. Sostiene ésta que llamé nazis a los catalanes. ¡Caramba! ¿Tendrá esa señora (sin ofender a las que sí lo son) los ojos en el cogote como si fuese un Picasso? ¿Será su rostro ilustración del eslogan que decía “lea usted La Codorniz con la oreja en la nariz”? ¿De dónde saca que dije lo que dice que dije? “Fachas –escribí– son los nacionalistas, con zeta de nazis, que obligan a doblar películas y a utilizar idiomas vernáculos en las botigas”. ¿Y bien? Lo malo no es doblar películas, sino obligar a hacerlo, ya sea en catalán, en castellano, en pichinglis o en panocho. Y, por idéntica razón, lo malo no es utilizar un idioma, vernáculo o no, en las botigas, las boutiques, las shops o las tiendas, sino obligar, bajo multa, a hacerlo. O-bli-gar… ¿Entiende usted, señora que por suerte no es la mía, ese verbo o me obligará a decirlo en catalán? Eso, obligar a los catalanes a hablar en castellano, es lo que hacía el Caudillo. ¿Diría usted, señora que tanto raha (aspírese la hache), que ese señor –sin ofender a los que sí lo son– era nazi? Seguro que sí. ¿Ignora usted, señora cuyo rostro picassiano está hecho de la misma materia que su nombre de pila escrito con minúscula, de que yo estoy en contra de todos los nacionalismos, todos, incluyendo el español, el soriano y el de la Roja? Un nacionalista es, siempre, un patriota, y el patriotismo es la coartada de muchos de los mayores crímenes cometidos por el hombre. Nazi viene de nacionalsocialismo, y tan nacionalistas con zeta eran los fachas de Hitler que llegaron a pensar, en su delirio patriótico, que los alemanes son el pueblo elegido, aunque no precisamente por Yavé en el Sinaí ni ahora en Johannesburgo. Siempre he alabado la belleza del catalán y he defendido su uso. Jordi Pujol lo sabe. ¿Algo más? Sí. Mi artículo tenía 426 palabras y sólo 21, un cinco por ciento, la frase que ha provocado su ira. No sea vil, señora con nombre de Virgen patriota que no quiso ser francesa (nomen est omen. ¿Se lo traduzco? ¿Qué prefiere? ¿Catalán o castellano?), porque vileza es sacar las frases de contexto para condenar a su autor. Lo hacía Franco. Lo hacía Stalin. Lo hacían los nazis. No raje tanto, señora.

 
© El Mundo

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