Un ecologista catalán en contra de la prohibición de los toros

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Vamos directos al grano: no me gusta la fiesta, no como carne y me considero ecologista, pero sin corridas se extinguirían los toros de lidia. Al margen de todo esto hay que buscar el trasfondo de la infamia votada en el Parlamento catalán: qué es lo que persigue y por qué llega en este momento. El sentimiento secesionista está creciendo en tierras catalanas: en los últimos cuatro años ha pasado del 14% al 21,5% (y va en aumento). Los independentistas radicales de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) están siguiendo una hoja de ruta para conseguir la independencia de Cataluña y por el momento la estrategia les está dando muy buenos resultados. La balcanización de España no llega por casualidad: todo obedece a un plan bien elaborado y organizado.

En mis tiempos de concejal en el ayuntamiento más grande de ERC, puede comprobarlo y escucharlo en boca de sus máximos líderes nacionales en varias ocasiones. No se ocultan, han creado un método, les funciona y lo  siguen a la perfección desde hace años.

¿Por qué, además de todo, prohíben las corridas y los estólidos del Parlamento no dicen ni mú sobre el cruel e inhumano ritual musulmán halal, prohibido en casi toda Europa pero permitido en toda España?

Detrás de la Plataforma Prou, impulsora de la Iniciativa Legislativa Popular contra los toros, hay un partido político residual, PACMA, con sede en Manlleu (Partido Antitaurino contra el Maltrato Animal) y detrás de estos está ERC. Desde el inicio de la democracia ERC ha sido el eterno partido minoritario que intenta crecer, quizá a alguno le extrañe, pero lo cierto es que el independentismo catalán ha estado tradicionalmente más inflado desde los periódicos de Madrid que desde la realidad catalana. ERC siempre ha sido consciente de tal situación, y por eso creó una estrategia de crecimiento basada en los futuros votos que le darían las fiestas para jóvenes que durante todos años han subvencionó por toda Cataluña. Siendo un partido minúsculo, consiguió abrigar una militancia y una gran base social fiel. Se consiguió identificar con en el partido de los porros y el buen rollito y cuando su generación NINI tuvo la edad de votar pasaron de 1 a 8 escaños y de 190.000 a más de 600.000 votos. Aún y así solo representan el 2.5% del electorado, pero gracias a Zapatero llegan a las esferas de poder y a influenciar el rumbo del barco donde todos nos encontramos metidos.

Una vez crecidos, pasaron a la parte B del plan, siguieron el croquis de confrontación contra España en todas las esferas: en lo económico, en lo social y en lo deportivo. Lo intentaron con las embajadas catalanas, no les dio el eco internacional que perseguían, pero siguieron sumando piedrecitas para construir el muro con el que sueñan. Encajaron selecciones catalanas en diversas modalidades menores, pero con el reconocimiento  internacional de doce federaciones internacionales: fútbol sala, corfbol, pitch & putt, fútbol australiano, fisioculturismo, taekwondo, twirling, kickboxing, kárate, icestock, raquetball, carreras de montaña, esquí de montaña, escalada y bolos; esto tampoco les facilitó la propaganda que buscaban, mas a día de hoy su plan sigue avanzando y sumando conquistas. La prohibición de las corridas de toros es su máxima victoria en la sombra: han conseguido eliminar algo que molesta a la identidad catalana que ellos quieren formar y además han logrado portadas y simpatías en periódicos de medio mundo, incluido en el resto de España.

El enemigo interno sabe que en condiciones normales jamás podrá alcanzar la independencia, quiere la desestabilización de España, para llegado el momento de confusión materializar su meta. Y este es el principal  motivo por el cual un servidor, que no come carne, que es ecologista y familiar de don Agustín de Mendoza Montero, fundador de la famosa ganadería Conde de la Corte, aun no gustándole la fiesta está en contra de su prohibición.

De todos modos, si el independentismo periférico no fuera el principal promotor en la sombra de dicha prohibición y me dieran a elegir entre la vaca hacinada y entubada toda su vida hasta que la lleven al matadero, y un toro bravo que campa en libertad, y tiene la oportunidad de luchar por su vida y, probada su nobleza, ganarse el indulto, preferiría sin duda la vida peligrosa y salvaje a la de masas entubadas que tarde o temprano (igualmente) van al matadero.

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