Los himnos de nuestros vecinos son de lo más agresivo

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J.J.E.

Los himnos nacionales que cantan nuestros amigos franceses, alemanes, ingleses, italianos o norteamericanos son de lo más agresivo. Todos han sufrido alguna presión “políticamente correcta”, pero, en general, la tradición tiende a imponerse sobre la “corrección”. A la sensibilidad progresista española le molesta, quizá con razón, ese “alzad los brazos” de la letra de Pemán. Pero eso no es nada comparado con lo que se oye por ahí.

Francia 

El himno francés, llamado “marsellesa” aunque se compuso en Estrasburgo, tampoco ha dejado de despertar sus polémicas, en particular por ese verso del estribillo que dice “qu’un sang impure / Abreuve nos sillons”, o sea, “que una sangre impura / riegue nuestros surcos”. En los últimos años ha habido continuas ofensivas contra ese verso, particularmente llamativo en un país con varios millones de inmigrantes; se considera que la definición de la sangre enemiga como “impura” implica una evidente actitud xenófoba. Pese a ello, se mantiene en la letra oficial. Por cierto que el carácter propiamente oficial de este canto, La Marsellesa, es relativamente reciente. Aunque compuesto en la época de la Revolución, durante los dos imperios y la Restauración fue poco usado; no volvió a ser expresión institucional de la nación hasta la III República, para perder vigencia de nuevo hasta después de la segunda guerra mundial. Consagrado en la Constitución de 1958 (la de la V República de De Gaulle), hoy está “protegido” por la ley Sarkozy de 2005, dictada cuando el actual presidente era ministro del Interior, que creaba el delito de ultraje a la bandera y al himno nacional. Desde la reforma educativa de 2005 (Ley Fillon) es obligatorio que los alumnos aprendan el himno en las escuelas.

Alemania 

Mucho más polémico ha sido el himno alemán. Su música data de 1797, que es cuando Haydn la compuso como parte de un cuarteto de cuerda. La partitura sirvió de base al himno tanto de Alemania como del Imperio Austrohúngaro. La letra que se cantaba en Alemania, compuesta por el poeta von Fallersleben en 1841, cuando aún no existía un Estado alemán, tenía un neto fondo nacionalista: "Deutschland, Deutschland über alles, / Über alles in der Welt", que quiere decir "Alemania, Alemania sobre todo, / sobre todo en el mundo". Pero no fue propiamente himno nacional hasta 1922, en plena República de Weimar, cuando así lo dispuso el presidente (socialista) Friedrich Ebert. Después de 1945 esa letra pasó a tener mala fama, por imperialista. De manera que, cuando los aliados dejaron que Alemania recuperara su himno nacional, se incidió en esta otra estrofa: “Einigkeit und Recht und Freiheit / Für das deutsche Vaterland!”, que quiere decir: “Unidad y justicia y libertad / Para la patria alemana” y que es la única propiamente oficial. Hay que señalar que, contrariamente al caso francés, la letra original del himno alemán carece de mención alguna a la “sangre impura” de los extranjeros. Pese a todo, en 2006 el Sindicato de Educación y Ciencia (izquierda) pedía que se cambiara la letra por otra que compuso el escritor comunista Bertolt Brecht.

Italia, Estados Unidos 

Casi todos los himnos nacionales son extremadamente combativos. El italiano, alumbrado bajo las luchas por la independencia contra Austria, llama a morir defendiendo la unidad italiana, “unidos por Dios”; se ha cantado desde el mismo nacimiento de la nación italiana moderna, pero más por hábito popular que por decisión oficial. El norteamericano, cuya música procede de una vieja canción tabernaria inglesa (A Anacreonte que está en el Cielo), nació en 1814, durante una guerra entre norteamericanos e ingleses; fue oficializado como himno nacional en 1931. Entre otros belicosos propósitos, la letra de F. Scott Key dice: “And where is that band who so vauntingly swore / That the havoc of war and the battle´s confusion / A home and a country should leave us no more! / Their blood has washed out of their foul footsteps´ pollution”. O lo que es lo mismo: “¿Y dónde está aquella banda que engreída juraba / Que el torbellino de la guerra y la confusión del combate / Nos privaría para siempre de patria y hogar? / Su sangre ha lavado la mancha de sus pasos desleales”. Otra vez la sucia sangre del enemigo por el suelo, poniéndolo todo perdido.

Gran Bretaña 

El himno británico, sobre una melodía atribuida a Henry Carey (1687-1743), se popularizó a principios del siglo XIX como himno del Reino Unido y sus colonias, pero no ha sido nunca oficialmente institucionalizado. No es tanto un himno a la nación como un himno a la Corona: “God save our gracious Queen, / Long live our noble Queen, / God save the Queen”. Entre sus estrofas podemos leer: “¡Oh, Señor Dios, / dispersa a nuestros enemigos / y hazlos caer! / Confunde sus bellacos embustes, / confunde su política, / en ti nuestras esperanzas ponemos. / ¡Dios salve a la Reina!”. Acto seguido, el himno inglés ruega a Dios para que el mundo vea que todas las naciones forman una misma familia.

Lo dicho: la letra de Pemán, desdeñada por franquista, en realidad es un himno pacifista si la comparamos con los himnos de nuestros amigos.

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