Zapatero redentor

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La falta de consideración hacia el cristianismo es consustancial a la clase política, que no se amilana, sino todo lo contrario, a la hora de ir derribando los pequeños anclajes de la fe, los relatos evangélicos sitos, como mínimo, en el trasfondo cultural de los españoles. He dicho “clase política”, pero habría debido decir mejor “secta socialista”, para adjudicarles la denominación que les corresponde si en océanos religiosos desean navegar.

Evidentemente, la revelación inicial del nuevo profetismo del PSOE vino de José Luis Rodríguez Zapatero hace ya más de cinco años, y estuvo en los mentideros de todos los españoles sensibles y con conciencia, comentándola en blogs, en periódicos, en cartas al director, en artículos. Fue la majestuosa Habeis oido que se dijo ‘la verdad os hara libres’, pero yo os digo la libertad os hará verdaderos’. ZP se atrevía a negar al Hijo, a corromper sus palabras, a despreciarlas. Para más inquina, lo hizo en un congreso de las Juventudes de su partido. Seguramente había oído también aquello de Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar (Mt. 18:6). ZP hacía poco más de un año que había ganado aquellas elecciones generales del dolor (dolor, quizá, no para todos) y estaba en su voluntad demostrar que no sólo podía poner patas arriba la fe cristiana, sino que él se hallaba por encima del bien y del mal, y en absoluto iba a someterse a nada.

El segundo momento estelar se produjo todavía más recientemente: en la Cumbre de Copenhague celebrada en noviembre de 2009. El día 17 de ese mes, los zapateristas (o zapaterinos) pudieron escuchar de su líder: La tierra no pertenece a nadie, salvo al viento. Ponía así ZP las bases de una nueva cosmología, y, de paso, alisaba la superficie de la creencia cristiana (y judía y musulmana…) fundamental, la que vemos en los Salmos: De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo y los que en él habitan (Sal. 24:1). El pilar de la nueva fe religiosa se situaba frente al sentir común de los seguidores de Cristo. Habiendo negado al Hijo hacía cuatro años, ahora ZP se atrevía a negar al Padre.

La tercera revelación ya ha venido de uno de sus discípulos. Alentado por el celo contrarreligioso de su maestro, la protagonizó Ángel Luna, quien fuera alcalde de la ciudad valenciana de Alicante, y ahora desempeña la ingrata labor de portavoz del PSOE en las Cortes valencianas. Al centro del hemiciclo de ese espacio emblemático del diálogo, Ángel Luna se atrevió a tirar una piedra, contestando así, dos mil años después, a la imprecación de Jesucristo. A algo que no se atrevieron ni los judíos más talibanes, Luna sí. ¿Más claro? Habremos por tanto de concluir que el ex alcalde está libre de todo pecado, es un zapaterista renacido, no tiene ninguna mancha encima… salvo la misma que el líder: la de soberbia. Habremos de esperar a ver cuándo Luna, siguiendo las etapas marcadas por ZP, niega al Padre.

Porque al Espíritu Santo lo han negado desde el principio. Sutil pero arteramente. En una entrevista que Rodríguez concedió al magazine de La Vanguardia en mayo de 2009, el presidente del gobierno español se retrataba: Trato de comprender a quienes se declaran creyentes. Como el que dice que trata de comprender a un loco, a un peligro, a alguien no fiable.

¿Cuál será la próxima?

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