A vueltas con la música contemporánea

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Publicábamos ayer un fascinante artículo de Almudena de Maeztu sobre ese no menos fascinante músico contemporáneo que, rompiendo con las dichosas atonalidades, es Morten Lauridsen.

Pero que nuestros lectores no se lleven a engaño. No, nos hagamos ilusiones, amigos. Frente a la destrucción sistemática del arte, se alzan, es cierto, geniales y valerosos artistas como Morten Lauridsen. Pero los otros aún siguen estando ahí, y lo peor: aún hay gente que siguen riéndoles sus gracias y desgracias. Como contrapunto de lo que representan tanto Morten Lauridsen como otros compositores a los que aquí mismo se refiría ayer el atinado comentario de otro lector, ahí va lo que constituye sin duda la expresión máxima de la degeneración nihilista en el ámbito musical.
 
Se titula 4’ 33”  y el autor de la cosa se llama John Cage, alguien que, por lo demás, también escribió alguna composición dedicada al otro gran vándalo: Marcel Duchamp, el del urinario. Dios los cría…
 
Pasen, pues (sobre todo quienes no conozcan de qué va la cosa), y escuchen esta grandiosa obra compuesta en 1962. Se la ofrecemos en una interpretación realizada en tiempos recientes nada menos que por la Filarmónica de Londres bajo la batuta del maestro Michael Davis. Verifiquen que sus altavoces están abiertos, agucen sus oídos, extasíense ante tanta belleza… y, contrariamente a los pazguatos que, encima, debieron de pagar su entrada, prorrumpan en una gozosa, estruendosa carcajada.
 

 

 

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