"Lo sagrado es lo fundamental"

Corinna y el elefante

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Los reyes disparan y retozan con cortesanas, y hay que celebrar que el nuestro sea capaz de hacer las dos cosas a la vez. Corinna y el elefante. ¡Pam! ¡Qué dos buenos disparos! Esto es una monarquía y lo demás son tonterías. En nuestros tiempos tan bobos, y tan destruidos por la corrección política, se compara la vida de un elefante a la de una persona, al toreo se le llama tortura y la turba se escandaliza porque un rey tenga cortesanas. ¿Dónde iremos a parar?
De tanto dejar el nivel del debate en manos de socialdemócratas y de cobardes -valga la redundancia-, de tanto querer igualar por debajo y de tanto pensar que el público siempre tiene la razón cuando no hay nada más ignorante e incompetente que el público, hemos acabado tratando al rey y a la monarquía como si fueran la chacha. 
Que nuestro rey a su edad vaya todavía de safari tendría que ser motivo de orgullo para los españoles, y tendría que ser recibido entre vítores por ser todavía capaz de calzarse a una dama de la clase de Corinna. Pero hemos caído tan bajo como pueblo y como sociedad que todo lo despreciamos y no somos capaces de admirar nada. No sabemos reconocer la grandeza, ni el estilo, ni la belleza. Nos merecemos la vulgaridad de la república, con esa insoportable ordinariez de confiarle a la democracia la elección del jefe del Estado. ¡Con lo emocionantes que son las dinastías! ¡Qué zafios nos hemos vuelto, qué rabiosos, qué miserables!
El rey Juan Carlos está que se sale pese a sus achaques. Se podía haber ahorrado la entrevista con Hermida, o bien calzárselo como a Corinna, pero aquella escena de salón fue cursi y barata. 
Lo sagrado es lo fundamental
Un rey no da explicaciones. Un rey retoza y dispara, y el pueblo agradecido aplaude y paga. Su Majestad está interpretando su papel con la dignidad y la altura que de él esperábamos y esperamos los que pensamos que lo sagrado es lo fundamental, que lo hereditario tiene que prevalecer ante el capricho de la masa iracunda, y que no hay nada peor que doblegarse a la terrible estupidez de la corrección política que todo acaba por destrozarlo.
Larga vida al Rey, y largas damas.
© Elmundo.es

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