Un fascinante hallazgo genético

Príncipes de origen europeo gobernaban China en el siglo VI

Dice una vieja leyenda que en el más oscuro pasado, hace miles de años, una floreciente cultura de hombres blancos surgió en las estepas del Asia Central. Aquella gente, puesta en movimiento, sembró la semilla de la civilización en China, la India, Europa… ¿Hiperbóreos? Psé. Es sólo una leyenda. Pero el caso es que genetistas de la Universidad china de Jilin acaban de identificar, vía ADN mitocondrial, un linaje de príncipes europeos en la China del siglo VI. Los dibujos de la tumba también retratan a hombres con inequívocos rasgos europeos. Ahora la pregunta es: ¿Desde cuándo había linajes europeos gobernando regiones enteras en el centro mismo de China? ¿Cómo llegaron allí? ¿Y desde dónde?

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En una tumba china de mil cuatrocientos años de antigüedad que ha sido hallada en Taiyuan, China Central, se han encontrado los restos de un hombre de origen europeo, tal y como demuestran las pruebas de ADN. Su nombre era Yu Hong y pertenecía a uno de los grupos genéticos más antiguos del oeste de Eurasia. Esta tumba se convierte así en el punto más alejado del Este de Asia donde se ha encontrado restos de antiguos hombres europeos.

“El grupo genético al que pertenecía Yu Hong es el primer linaje eurasiático del oeste que se ha encontrado en el centro de Asia” dijo Zhou Hui, el encargado del laboratorio de análisis de ADN del Colegio de Ciencia Viva en la Universidad de Jilin en Changchun (China). La tumba, que ha venido siendo excavada desde 1999, contenía, además de los restos de Yu, los de una mujer originaria del este asiático.

Para conocer más detalles sobre la historia de esta pareja, el equipo de Hui estudió su ADN mitocondrial, un tipo de ADN que sólo se hereda de la madre y que permite estudiar la evolución humana. La investigación muestra que Yu Hong vivió en Taiyuan hace aproximadamente 1.400 años y se casó, probablemente, con una mujer de la zona. Yu murió en el 592 d.C., a la edad de 59 años. Su mujer, que murió en el 598 d.C., fue enterrada en la misma tumba.

“El estilo y los relieves multicolores del enterramiento son característicos del Asia Central de aquel momento,” dicen los expertos. Sin embargo, las personas que aparecen dibujadas en los relieves de la tumba tienen rasgos europeos, como la nariz recta o las cuencas de los ojos muy marcadas. “La mezcla de culturas dificulta la confirmación del origen de la pareja. Además, podría no averiguarse exactamente su aspecto racial, ya que ello sólo podría saberse con los trozos que faltan de la calavera”, dijo Hui.

Los relieves que se han encontrado en la tumba sí nos dan más información. En ellos se muestra a Yu como jefe de un pueblo del Asia Central que se habría instalado en esa zona de China durante la dinastía Sui (580-618 d.C.). Estas inscripciones sugieren también que tanto el abuelo como el padre de Yu Hong vivieron en la región de Xinjiang -noroeste de China- y eran nobles del país Yu, cuyo nombre llevaron también sus descendientes.

Los científicos han utilizado el ADN para reconstruir los movimientos de población de los pueblos de Asia y determinar cuándo llegaron allí los europeos. “Ya conocíamos la existencia de linajes europeos en China, pero se concentraban en la provincia de Xinjiang”, dijo Hui. “En la parte central del país los linajes del oeste Euroasiático se han encontrado raramente en las poblaciones modernas y nunca en restos humanos”.

La opinión de los expertos norteamericanos

Austin Hughes es un experto en evolución molecular de la Universidad del Sur de California. El descubrimiento en China, dijo, “muestra que  siempre ha existido flujo de genes entre poblaciones humanas”. Y añadió: “Creo que este tipo de estudios genéticos puede ayudar a dibujar el mapa de las migraciones humanas y el consiguiente flujo de genes”.

Pero, ¿por qué migración y no conquista? O aún más: ¿Por qué migración? ¿Por qué aquella gente no pudo estar allí desde mucho antes? Frederika Kaestle, del Instituto de Biología Molecular de la Universidad de Indiana en Bloomington, dijo que el estudio de ADN puede arrojar luz sobre el origen geográfico y relacional de los individuos encontrados en yacimientos arqueológicos. “Sin embargo, es imposible sacar conclusiones sobre los movimientos de población en la región en la que se han encontrado los restos“, añade Kaestle. “¿Llegó sólo este hombre o con una gran familia a  la que pertenecía? Es más, ¿puede incluso tratarse de un gran grupo de personas que estaban allí desde tiempos inmemoriales?” se pregunta Kaestle.

“Por encima de todo”, dijo Frederika Kaestle, “el estudio del ADN mitocondrial, así como otras variaciones del genoma, aumenta nuestras posibilidades de comprender la prehistoria humana”. “Este un buen ejemplo de cómo los estudios genéticos y arqueológicos pueden ser combinados con buenos resultados”, concluyó.

La investigación llevada a cabo por los miembros del laboratorio chino será publicada el 7 de julio en los Proceeding of the Royal Society B.

El enigma

En la historia antigua de China existe un periodo bastante bien conocido, el de los Dieciséis Reinos, entre los siglos IV y VI, que tuvo por origen la llegada de pueblos nómadas guerreros del norte y de etnia no china. De uno de estos pueblos, los tuoba, no chinos, se sabe que consiguieron unificar todo el norte de China y dieron lugar a la dinastía Wei. Prosiguieron los enfrentamientos entre las dinastías del norte y las del sur durante el periodo subsiguiente, hasta la unificación del país en 589 bajo la dinastía Sui, procedente también del norte.

Hasta la fecha, siempre se había pensado que aquellos grupos del norte y de etnia no china que aparecieron en el siglo IV eran proto-mongoles o proto-turcos, como los hunos. El hallazgo de la tumba de Yu Hong y su identificación genética como europeo obliga a introducir otras hipótesis; para empezar, la de la existencia de grupos humanos de origen indoeuropeo en extensas áreas del norte y el este de Asia en fecha muy remota.

La extensión de ciertas formas culturales y simbólicas indoeuropeas a lo largo del norte de Eurasia es un hecho bien conocido. Basta pensar en la svástica, por ejemplo, cuyo uso se extiende en época prehistórica desde el occidente de Europa hasta el oriente de Asia. También es sabido que en extremo oriente existen grupos raciales que están más cerca de los europeos que de los asiáticos, como los ainos del Japón. Completemos el puzzle con las leyendas de corte védico acerca del origen “polar” de la cultura hindú, que aluden siempre a pueblos de patrón étnico europeo que se extienden por Asia, hacia el sur.

Todos estos materiales guardan una evidente relación entre sí, pero nunca han bastado para construir una teoría homogénea por la ausencia de evidencias arqueológicas que avalen la continuidad física y temporal de elementos europeos en el norte y el este de Asia. Ahora aparece un linaje europeo en el centro de China y datado aproximadamente tres milenios después de la supuesta diáspora de europeos en Asia central. Probablemente aquí hay un capítulo entero de nuestra historia antigua que todavía ha de ser escrito.

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