Un tipo romántico

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La vida, a partir de cierta edad, ofrece muy pocas posibilidades al romanticismo. Todo es previsible, planificado, básicamente atemperado, sensato y realista. Uno ha construido con esfuerzo y lo adecuado es cuidar la fortaleza.
Los niños crecen y crecen… O no, quizás no hay niños y crece el costumbrismo. Y todo te recuerda que, al mínimo fallo, los naipes se derrumbarán, caerás doliente en el terrible suelo para volver a tener que levantarte en la más absoluta de las soledades.
“Mejor no moverse” no vaya a ser que el mundo conspire contra uno por haber osado poner una pica en Flandes y roto el estrecho margen de movimiento que nos ha sido concedido.
Tanta carencia que nos acompaña, tanto amor por entregar, tanta épica… tanta aventura por vivir y todo tan pequeño…: las putas, la coca, las masajistas chinas, los miserables escarceos sexuales casi robados, el futbol, las series,… y entre todo ello la más profunda y devastadora desolación. Esa que casi todo el mundo sabe que le acompañará el resto de su vida.
¿Algún tipo romántico? ¿Alguien se atreve?
Suena The Song is you (I hear music when I look at you), ya saben que suelo escribir, a veces, con canciones americanas tremendamente cursis… que desde mi piso de Barcelona me trasladan a un apartamento de Manhattan con el puente de Brooklyn de fondo, años 50 por supuesto,…, debe de ser la adolescencia tardía.
Sigamos… ¿Queda alguien romántico? ¿O todo ya está hecho? Ahora a distraerse hasta el final de la vida… Bueno… y a ganar mucho dinero si es posible, todo el que se pueda.  Y a morirse por dentro que es lo que toca.
Porque ya no habrá noches a la luz de la luna, ni lecturas embriagadoras, ni inquietud permanente por una llamada, ni paseos en solitario deambulando por la ciudad, ni el desgarro del desamor, ni volverás a sentirte guapo/a y tremendamente inseguro… Eso se acabó, es la edad de los parches… Compensar el hastío, la rutina, los proyectos del ego con alguna salida de tono que haga la vida más soportable.
Un tipo romántico… eso es lo que fuiste, pero ya no te lo permites porque el miedo inocula nuestras vidas y la zona de confort, como dicen los psicólogos de moda, se ha instalado en nuestra existencia… y el romanticismo es para los osados.
Fíjate en ella, o en él, o en los dos… Observa…, devuélvela a tu memoria, arráncale un beso y espera que surja la más profunda y abismal de las pasiones… Cógela al vuelo y encárnate en el joven que fuiste…, en los jóvenes que fuimos… cuando no estábamos atenazados por tanta corrección, facturas a abonar, comidas y cenas formales, y siente como las células respiran, los pulmones se abren y los ojos vuelven a brillar.
Y a riesgo de arriesgar la gente vive, y sí, se muere unas cuantas veces… pero la novela se escribe con muchos capítulos. Al final del todo la podremos leer y comprobaremos, ufanos, si nuestra narrativa es alta literatura o un folleto de buzón esquemático y desechable, inservible para nadie.
Un tipo romántico vuelve. Le espero. ¿Le esperas?

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