¿Café para todos?

Clooney quiere devolver los mármoles al Partenón..."What else?"

George Clooney, con su última película, anima el cotarro: ¿Se deben devolver a sus lugares de origen las obras de arte expoliadas por las grandes potencias y que hoy son exhibidas -y enriquecen- sus afamados museos? si esta iniciativa sigue adelante, más de uno se deberá tomar una tila bien cargada, en vez de un café. José Meidinger, periodista francés que divide su tiempo entre Alsacia y Grecia, pone el dedo en la llaga en este artículo.

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No sólo hace publicidad (y bien hecha, por cierto) de la monodosis de café tipo arábica o robusta sino que, entre tacita y tacita, vuela para acudir en socorro de una causa perdida... George Clooney -¿Quién lo hubiera dicho?- encuentra un poquito demasiado cargado de café el "traslado" a Inglaterra, a principios del siglo XIX, de las esculturas del Partenón. El actor, convertido en director, lo ha afirmado sin rodeos en el Festival de Cine de Berlín donde acaba de presentar su última película, "The Monuments Men", que aborda un tema sensible: el robo de obras de arte a los judíos por parte de los nazis durante la última guerra mundial...y su rocambolesca restitución. "What else?"
 
La ocasión era que ni pintada para tomarle la palabra a nuestro justiciero hollywoodiense. Y la prensa griega lo ha cogido al vuelo, apresurándose a preguntarle al actor sobre una posible repatriación de los mármoles del Museo Británico hacia suelo helénico. "Pienso que sería justo" –afirmó-; "que sería una buena cosa. Es más, sería lo que debería hacerse... ¡Tenéis todo el derecho a ello!"
 
Poco más hizo falta para que estas palabras saltaran a la primera página de los diarios de Atenas, donde están de siempre muy “moscas” con el asunto. Feliz de haber encontrado un aliado tan mediático como inesperado, el Ministro de Cultura griego le invitó inmediatamente a ir a "visitar el nuevo museo de la Acrópolis, enfrente de la roca sagrada, donde un sitio reservado espera el regreso de los mármoles del Partenón, en exilio involuntario".
 
El asunto es ya antiguo: bajo la ocupación otomana, Inglaterra y Francia se dedicaron, primero una y después otra, a efectuar un verdadero saqueo de los yacimientos arqueológicos, llevándose consigo un buen número de obras de arte de la Grecia antigua. Primero barramos un poco la suciedad delante de nuestra propia casa: en 1788, el Conde de Choiseul, Embajador de Francia en Constantinopla, ordenó a su vice-cónsul en Atenas que "saqueara todo lo que pudiera ser saqueado en Atenas y sus aledaños". A él le debemos sin duda el poder admirar hoy en el Museo del Louvre la Victoria de Samotracia y la Venus de Milo, arrebatadas a marinos turcos en encarnizada lucha. Nuestros amigos "british" no se quedaron atrás: en 1806, el Embajador de su Graciosa Majestad, Lord Elgin, se llevó para Londres todo lo que su colega francés había generosamente dejado tras de sí, como los célebres frisos de mármol blanco del Partenón. Desde que fuera liberada del yugo otomano, Grecia no ha dejado de hacer valer sus derechos, aunque de una forma un tanto tímida la mayoría de las veces. En 1980, a través de su entonces Ministra de Cultura, Melina Mercouri, el gobierno griego reclamó oficialmente la restitución de los frisos del Partenón. "Reclamamos la rehabilitación de un monumento único, símbolo particular de una civilización." A pesar de una resolución favorable de la Unesco, esta petición quedaría en papel mojado, provocando incluso al sarcasmo de los británicos, según los cuales, los mármoles en cuestión estarían mejor protegidos en el Museo Británico que bajo la contaminación de Atenas.
 
Lo que era verdad en su momento, hoy ya no lo es: el marido de Melina Mercouri, Jules Dassin, impulsó la idea de un museo ejemplar, al pie de la Acrópolis, cuya última planta, reservada al Partenón, sigue esperando el regreso de los "mármoles en el exilio". Pero no nos hagamos ilusiones: si los vientos terminaran soplando a favor de los griegos, existe el riesgo de que se abra la caja de Pandora para los grandes museos occidentales... París, Roma, Berlín, Madrid se verían obligadas a su vez a devolver sus colecciones coloniales... A menos de que no las... "cloonen"!
 
© Boulevard Voltaire
 
Traducción de Veva Longoria
 

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