Hay otros frentes además de Ucrania

Novedades en el frente del Este

La atención mundial está centrada en Ucrania. Desde EL MANIFIESTO estamos tambíén haciendo una cobertura especial de este asunto, pero ello no nos debe hacer olvidar que hay otras zonas calientes de las que ocuparse. Más aún, si como es el caso analizado en este artículo, ahí también se producen novedades. Y, cosa rara, parece que buenas.

Compartir en:

 

Dos imágenes recientes dan esperanzas sobre el futuro de medio oriente. Y por lo tanto del mundo. El pasado mes de septiembre los presidentes de Estados Unidos e Irán hablaron por teléfono. Este mes de febrero se han reunido públicamente los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países. Estos contactos han resultado en un principio de acuerdo de control internacional sobre el desarrollo de la industria nuclear iraní y en las declaraciones del gobierno iraní según las cuales el armamento nuclear no forma parte de la política de defensa de aquel país.
Es una noticia de mayor interés global, sobre todo si consideramos que los Estados Unidos han amenazado en varias ocasiones recientes con utilizar la fuerza para neutralizar las supuestas capacidades nucleares iraníes.
Pero es una noticia de primera magnitud, sobre todo, porque es la primera vez que tiene lugar, o al menos que es reconocido por ambos gobiernos, un encuentro entre los máximos dirigentes de estos países desde la instauración de la República Islámica en 1979. ¡Hace 35 años!
Irán es posiblemente el único “verdadero” país de la región. Goza de una solidez y estabilidad que no existe en prácticamente ninguno de sus vecinos nacidos de la descolonización. Si exceptuamos Turquía, que por supuesto nunca fue colonizada. E Israel. Pero eso es otra cosa.
Al contrario de sus vecinos, es un país de importante homogeneidad religiosa, cultural y étnica. Al contrario de sus vecinos tiene una continuidad histórica milenaria como “nación”, por utilizar un término anacrónico en tan antigua historia. Al contrario de sus vecinos, su población tiene un nivel cultural relativamente elevado.
Las razones del desencuentro con Estados Unidos, y por consiguiente con Occidente, son de sobra conocidas. A todos los que tenemos algunos años se nos han quedado impregnadas en nuestras retinas las imágenes de aquellos funcionarios y diplomáticos americanos paseados a empujones por las calles de Teherán, con los ojos vendados. O la de los cadáveres de soldados franceses o norteamericanos extirpados de entre las ruinas de sus bases en Beirut.
Para aquellos cuyos conocimientos históricos no van más allá de esas imágenes, es obvio que Irán forma parte del “Eje del Mal”. Desgraciadamente, tan simple razonamiento ha prevalecido en la política estadounidense de las últimas décadas. La relación de Occidente con Irán, y Persia hasta hace pocos decenios, ha sido dictada por un desconocimiento profundo de la historia y de la realidad geopolítica de la zona, en el mejor de los casos, o por el más duro cinismo postcolonial, la mayoría de las veces. Todo ello caracterizado por constantes injerencias extranjeras desde principios del siglo XX. Algunas abiertamente militares, como es el caso de los rusos, pre y post 1917. Otras mercantilistas pero no menos conquistadoras y confiscatorias, como es el caso del ancestro de British Petroleum. U otras, torpemente encubiertas y fácilmente descubiertas, como las acciones de la CIA desde los años cincuenta.
No es de extrañar que tantos años de expolio y menosprecio hayan resultado en un sentimiento ultranacionalista y antioccidental. ¿Qué hicimos los españoles cuando nuestro vecino del norte tuvo la arrogancia de entrar en nuestra casa a explicarnos como debíamos llevar nuestras vidas? ¿Qué piensa la mayoría de nuestros compatriotas sobre el Union Jack en la cima de Gibraltar?
Todo ello no excusa el apoyo al terrorismo internacional del régimen de los Ayatolás, ni su absoluta falta de respeto a las más mínimas reglas de la diplomacia. Pero ayuda a entenderlo. Y si no, remitámonos a cómo actuaba la Francia revolucionaria o la Rusia soviética. Todos acaban volviendo al redil cuando dejan de sentirse amenazados o entienden que no está en su interés seguir siendo Estados parias. Lo inteligente por parte de los demás es abrirles la puerta del redil.
En fin. A lo que iba. Estamos ante una excelente noticia. Irán es una de las claves de la estabilidad en la región. Irán tiene vocación de ser el interlocutor preferente de Occidente en la región. Entre tanto Estado fallido, y no nos engañemos, casi todos los de la zona lo son, desde Libia hasta Pakistán, pasando por Siria y por supuesto Iraq y Afganistán, Irán es el único estado sólido que puede hablar de una sola voz y cuya voz tenga peso. También tiene un profundo conocimiento de la política regional que vendría muy bien para contrastar con las fuentes habituales de “feedback”.
Estoy convencido de que una buena relación con Irán es necesaria para al menos entender, si no es tratar de buscar soluciones a lo que ocurre en países como Iraq, Siria o Afganistán. Un Irán fuerte y respetable internacionalmente es imprescindible para contrarrestar satrapías como las del Golfo, controlar el terrorismo de Al Qaeda o evitar en el futuro errores históricos como fue la intervención neocon en Iraq.
Solo cabe esperar que religiosos fanáticos, y algún interés oculto, de uno y otro bando, no consigan dar al traste con una iniciativa tan importante y valiente —por ambas partes—. El hecho de que la administración Obama haya desatendido —aparentemente— las advertencias apocalípticas de Netayanhu es una buena señal. Recemos por que no ocurra un renacer neocon dentro de dos años.
Como decía, tenemos novedades en el frente del Este. Y por ahora parece que son buenas noticias.   

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar