Crimea: Rusia se impone con solvencia

Molesto al principio por la torpeza y los errores de su protegido anukovitch, el presidente ruso ha sabido aprovechar los fallos de sus adversarios y tornar la situación en su beneficio. A la espera de acontecimientos, Crimea ya está lista para caer como una fruta madura.

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Apenas turbada unos días por el oleaje de una revolución lejana desde todos los puntos de vista, la vida ha vuelto a la normalidad en Crimea. Las bolsas, que se asustan por nada y se tranquilizan con poco, recuperan los colores. Tras las grandes maniobras que, según la monserga diaria, preludiaban la agresión, la invasión, la masacre, el genocidio y la Tercera Guerra Mundial, las tropas rusas se han retirado tranquilamente a sus cuarteles. El “dictador loco”, como le califican con ejemplar moderación nuestros medios, ha expuesto en una conferencia de prensa un punto de vista digno de análisis, siempre y cuando se prefiera el argumento al insulto.
 
Afianzado en la legitimidad de su reacción, Putin ha anunciado la pausa, a la espera de los referendos regionales que quiere ver celebrar en el territorio ucraniano y a despecho de las objeciones planteadas por los que defienden una democracia sin participación del pueblo. Un tiro de misil- tiro rutinario, tiro putiniano- ha marcado el final de este capítulo que acabamos de vivir.  
 
Es el momento que han elegido las grandes democracias occidentales para levantar la voz y agitar el espantajo de las sanciones diplomáticas, económicas, financieras, individuales y generales, sin perjuicio de otras medidas que podrían adoptar y que desterrarían a Rusia del mundo civilizado, que es lo que se merece.
 
¿Habéis visto ese par de conductores que por un quítame allá un ceda el paso o un roce en la chapa abren las portezuelas, avanzan uno hacia el otro, se miran de arriba abajo,  se insultan, se empujan ante la mirada temerosa de sus familias y los ojos pasmados de los mirones? Entonces, el más sensato de los dos recobra la sangre fría y termina con la disputa, para frustración del respetable que ya aguardaba la bronca …   Mientras se aleja, cuando su coche, las circunstancias y hasta los motivos de la discusión se han perdido de vista, el que se ha quedado le llama cagón y le hace un espléndido corte de mangas.
 
Es cierto que las sanciones podrían perjudicar a Rusia y, en consecuencia, a los intereses occidentales allí. También es evidente que las represalias rusas dañarían a Ucrania y a los socios comerciales o industriales de Rusia. Es poco probable que se avance mucho por ese camino: el paparazzo que consiguió fotografiar el documento confidencial en que el gobierno británico daba discretas instrucciones de moderación a sus representantes, mientras exhibía en público un lenguaje de firmeza, ha mostrado la verdad desnuda.
 
Occidente no solo no tiene ganas ni motivos para morir por Kiev sino que, en su generosidad, ha cifrado en mil millones de euros y buenos deseos la ayuda que está dispuesto a negociar con el gobierno interino alumbrado en  Maidan. Ucrania, al borde de la quiebra, necesita treinta y cinco mil millones y Moscú aún podría subir la cuenta con un aumento de la factura del gas a partir de abril.
 
Molesto al principio por la torpeza y los errores de su protegido Anukovitch, el presidente ruso ha sabido aprovechar los fallos de sus adversarios y tornar la situación en su beneficio. A la espera de acontecimientos, Crimea ya está lista para caer como una fruta madura.
 
Esto es lo que pasa cuando unos aficionados pretenden medirse con un maestro del ajedrez, cuando los principiantes se enfrentan a un cinturón negro de judo.
 
© Boulevard Voltaire
 
Traducción de Susana Arguedas

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