Realidades paralelas

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No, no me refiero a las dos Españas de los versos de Machado, sino a los intereses radicalmente opuestos que dividen a la sociedad española. ¿Qué interesa más, el nacimiento del nieto de la Pantoja o si Rajoy nombra a este o al otro para el parlamento europeo?
Así, con el marujerío de la prensa rosa la gente se entretiene y se evade de los problemas cotidianos, mientras que con las novedades políticas el personal tiende a experimentar una inmensa sensación de hastío ¿O es que el privilegiado bien pagado que vaya para la UE va a influir en que los bancos rescatados ofrezcan créditos blandos a las criaturas para que levanten cabeza? No. Realmente no, porque ni la alta política ni los datos macroeconómicos están evitando que, en los supermercados, oferten a precio de saldo artículos a punto de caducar y los clientes los compren por pura necesidad; tampoco el hecho de que el Partido Popular del País Vasco nombre como presidenta, vicepresidenta o lo que sea, a fulanita o a menganita, repercutirá en la angustia de las víctimas de “las preferentes”, ni evitará que el mercado español se inunde de subproductos de terceros países para abastecer tiendas que están acabando con el comercio de barrio de toda la vida, o han acabado ya a fuerza de vender mierda a precio de saldo. ¡Cuán zarrapastrosa realidad!.
¿Qué atrae más al telespectador, el futuro penitenciario del hijo de Ortega Cano o el del chivato Bárcenas? Y no es que nos estemos horterizando a marchas forzadas y seamos reos de un delito de pedorrería, del landismo de ayer al Torrente de hoy, sino que estamos hartos y saturados de problemas. De alguna manera hay que desconectar y hay quien lo hace con la respiración ayurvédica y hay quien opta por el sillón y el Sálvame. Lo cierto es que, al final, la política es para los políticos y para quienes encuentran en ella su particular mamandurria. El resto de los españoles nos dedicamos a criticar, a amargarnos y a intentar superar la mala racha como buenamente podemos y con muy poco apoyo moral de esos apocados que están llamados a ejercer la politiquería. Y no es que sea muy difícil ilusionar al personal. Basta con llevar la imaginación al poder.
¿Ustedes se imaginan el júbilo patrio si Rajoy nombrara ministro de Justicia al admirado juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud? ¿Y si Revilla sustituyera como Defensor del Pueblo a la sosa Soledad Becerril? Pinceladas populistas, el contratipo de la corrección política, pero el sustrato psicológico del pueblo español es incorrecto y de carácter belicoso. Si hay algo que de verdad suscita inquina, es la gélida distancia que mantienen los políticos en lo referente a los problemas que agobian de forma cotidiana a los ciudadanos. Tenebroso resulta el que, cuando alguno necesita que se le haga justicia, piense primero en acudir al plató de Ana Rosa que al juzgado. ¿No nos damos cuenta de lo patético y oprobioso que resulta esa mendicidad por los platós, porque muchos piensan que es la única forma de hacerse escuchar?¿Y no es esta forma de pordiosear ante las cámaras lo que, por derecho corresponde, una auténtica tarascada para el sistema? ¿Por qué no echa Rajoy al ministro Montoro y coloca en su lugar a un auténtico experto “con tirón”, como lo es el profesor Gay de Liébana?. Y no se trata de plantear galimatías, sino de demostrar la estulticia de quienes nos gobiernan y de quienes desempeñan el papel de oposición. Quienes sostienen sus privilegios en la distancia, con una absoluta falta de conexión con los españoles, no pueden ejercer ningún tipo de autoridad moral. Ni de dignidad.
Realidades paralelas y realidad nada edificante que podrá palparse en las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Por ahora son una gran incógnita y llegan en el peor momento, porque se es más consciente, a nivel general, de que se trata de un nuevo reparto de privilegios “entre los de siempre” ¿O es que mañana van a llamar a la puerta de alguno de ustedes y comunicarle que se han enterado de que es una buena persona, cabal y trabajadora, harta de pasar fatigas y con las huellas dactilares borradas de tanto escribir curriculums en el ordenador, y que si quiere ser candidato porque da el perfil de rectitud y encima habla tres idiomas? De eso nada. El pueblo está en otra realidad. En “nuestra” realidad.

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