El Front National: el partido de la juventud (30%) y de la clase obrera (43%)

El 30% de los jóvenes franceses menores de 35 años votaron el domingo por el FN de Marine Le Pen. El fenómeno sorprende, pero lo que no asombra —se sabía desde hacía ya tiempo— es que el proletariado, como decían quienes inventaron la cosa, vote masivamente (con un 43%) al partido de la derecha identitaria. Se ve que esas cosas de la patria, la identidad —el ansia, en suma, de tener un destino colectivo— aún llegan al corazón del pueblo. No desde luego al de los oligarcas y pijos progres.

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Marine Le Pen y su padre, Jean-Marie, han tomado los mandos de la segunda locomotora europea, pero para dirigir el tren desde el vagón de cola y acelerar en dirección contraria de la conductora alemana. Las mesas de debate de las televisiones francesas eran anoche niágaras de lagrimones vertidos por  los representantes políticos del establishment - derecha, centro, izquierda y extrema izquierda-  que no encontraban nuevos argumentos para explicar lo que se veía venir desde el lepenazo de 2002, cuando el ogro Le Pen eliminó al socialista Lionel Jospin en la primera vuelta de las presidenciales.
Antes y después de esa fecha, esos mismos representantes de la elite, como dicen los Le Pen, acompañados en los coros por la prensa bienpensante y experta en la política del avestruz, encontraba un arma  contra el FN: el vituperio y la descalificación no solo de sus líderes - perfectamente lícito- sino, más grave, insulto y desprecio a sus votantes.
Y conviene hablar de esos votantes del Frente Nacional. Para sorpresa de muchos, los jóvenes franceses,  “el futuro de Francia”, como dirían los cursis, ponen su esperanza en  el partido que muchos solo saben definir como ultra y extremista. En Francia, el podemos y la indignación juvenil en general no van a la izquierda de la izquierda. El FN se lleva el 30% del voto entre los menores de 35 años. Por encima del respaldo obtenido entre los mayores de 60, un 21%.
Que la juventud francesa ponga sus esperanzas en la familia Le Pen es sintomático del panorama político, económico y social francés. Que los obreros (43%) y empleados (38%) voten en masa al FN ya no es ninguna sorpresa, pues es una dinámica que viene constatándose desde hace años. Y frente a estas cifras, las de los votos a los "partidos del proletariado": sólo el 8% de los obreros y el 16% de los empleados votaron  la "izquierda caviar" (vulgo, Partido Socialista), mientras que el "Frente de izquierdas" (comunistas puros y duros) se tenía que contentar con un mísero 8% de los votos de los proletarios y un 5% de los emitidos por los empleados.
La crítica al austericidio es cosa del FN
En Francia, la retórica sobre el austericidio, la “lucha contra el holding  de las finanzas” y “la oligarquía” es compartida, sílaba por sílaba por el FN y los izquierdistas del Frente de Izquierda,  PCF incluido.  Los resultados en las urnas parecen dejar bien claro que ese discurso es más creíble en boca de Jean-Marie, Marine y su sobrina, la diputada Marion Marechal Le Pen, que en labios del sulfuroso y agitado Jean-Luc Melenchon. Este político, militante del PSF desde 1977, decidió un día que estaba más a la izquierda que su entonces amigo y camarada, Manuel Valls. Hoy conduce a su formación a tristes resultados electorales y hunde de paso a unos comunistas que no se fían de él, pero que creen que hacen más el ridículo solos que coaligados.
El Frente Nacional convence pues a jóvenes, obreros, anticapitalistas, nacionalistas y a los llamados petits blancs, esos franceses que no han tenido el dinero suficiente para abandonar los barrios que los inmigrantes y sus hijos, ya franceses, ocupan y donde esos blanquitos sufren el desprecio, la discriminación y las agresiones de una parte de sus nuevos vecinos. Pero, claro, reconocer esto en Francia es un delito que vale el calificativo de populista, cuando no de fascista. Lo mismo que denunciar el pánico al islamismo que se instala en esos mismos guetos, sin que los pijoprogres de la gauche caviar y la derecha trincona se atrevan a reconocerlo.  
El refugio de los olvidados
Esos ciudadanos, olvidados por los  partidos tradicionales y despreciados por la izquierda; los trabajadores que ven desaparecer su puesto en industrias no reformadas cuando se debía;  esa juventud a la que se le cierra toda posibilidad de obtener salario hasta haber trabajado gratis como becario más allá de los 25 años; esa clase media machacada por los impuestos y que sufraga el paraíso social menguante de los aprovechados, así como también muchos funcionarios, antes voto seguro del PSF, han empezado a trastocar su convicciones.
Pocos se han atrevido en Francia, hasta ahora, a denunciar esa política de diabolización e insulto sistemático durante años contra el FN y sus votantes. Algunos de esos guardianes que antes querían boicotear en los debates y en la prensa a Le Pen insistían anoche en que no se debía haber desdiabolizado al FN. Como si pudiera seguir ocultándose el paro, la degradación de la industria y la pérdida de competitividad de Francia; como si el considerar estúpidos e infantilizar a los ciudadanos fuera el mejor bálsamo anti-Le Pen.
© El Confidencial

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