¿Por qué en España no existe un partido como el de Marine Le Pen?

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Marine Le Pen acaba de ganar las elecciones europeas en Francia con un resultado del 25%.
¿Cómo ha conseguido que un partido contrario a la multiculturalidad, a la inmigración ilegal, a la Europa tecnócrata y burócrata, a la pérdida de identidad francesa, a la desprotección de sus capas trabajadora y media, al relativismo y a la globalización haya tenido tanto éxito? Pues precisamente por eso. Y respecto a esto creo que no hay que añadir nada más.
La cuestión es por qué en España no existe un partido que defienda los mismos supuestos.
Analicemos la cuestión.
En nuestro país la derecha social se identifica con regímenes antiguos, con el guerra-civilismo y con las posiciones más rancias del catolicismo. Es decir algo que puede entusiasmar, como máximo, a un uno por ciento de la población. A nadie, en resumidas cuentas.
Además, estos grupúsculos adoptan la apariencia de exaltados, violentos (tanto física como verbalmente), amenazantes, reaccionarios y caricaturescos. Con lo cual el nivel de aceptación puede reducirse aún más.
Por otra parte los intentos de derecha social más civilizada tienen el hándicap de defender una visión ultra tradicionalista de la vida, algo que no va a conectar, de ningún modo, con el grueso de la población, excluyendo a todos aquellos sectores que no comulguen, nunca mejor dicho, con sus preceptos “rouco-varelistas”.
Entonces veamos las claves del éxito de Marine Le Pen en Francia, a ver si de una puñetera vez alguien se entera de cómo hay que hacer las cosas para poder emular en España el triunfo de otros partidos “identitarios” europeos:
1.     Imagen de modernidad, de actualidad, de conexión con los problemas cotidianos de la gente.
2.     Alejamiento radical de cualquier régimen, indumentaria, bandera o estética pasada.
3.     Alta presencia de mujeres, profesionales, contemporáneas, socialmente vivas.
4.     Evitación y exclusión de todo miembro que haga declaraciones racistas, homófobas o tenga cualquier tipo de comportamiento violento.
5.     Laicismo radical. Distinción entre etnia y religión. Ningún ciudadano legalmente establecido en territorio nacional debe ser excluido por su raza. En cambio, el territorio nacional tiene una identidad y una tradición propia que debe ser defendida y priorizada sin ningún tipo de ambivalencias.
6.     Aceptación del aborto en determinados supuestos, incluido (sin duda alguna) el de malformación del feto.
7.     Aceptación de la unión civil entre homosexuales. Distinción clara entre homosexuales que desean llevar una vida ordenada y establecer una relación duradera de pareja, lo cual debe llevar reconocidos unos derechos civiles, y el caótico desorden de la vida gay que prevalece hoy en día. Recordar que el FN tiene bastantes miembros homosexuales, así como con un gran apoyo por parte de este sector.
8.     Respeto a la vida privada de las personas.
9.     Prioridad nacional en asuntos económicos y sociales.
10.Defensa del orden social, de la seguridad y de las instituciones de la nación.
11.Y por último y fundamentalmente: nada puede ser guiado desde el odio, el rencor o la venganza hacia nada ni  hacia nadie. Todo esto solo puede triunfar si emerge desde el profundo amor a la nación y a sus ciudadanos.
Dicho esto, podría seguir con muchos puntos más, pero no se trata de que yo escriba aquí el programa de un nuevo partido. Hago bastante implicándome hasta este punto.
Por lo que a mí respecta, jamás hubiera imaginado, hace años, que escrbiría un artículo como este. Nada más lejos de mi posición vital que el dañar a nadie, ni excluirlo, ni humillarlo… Pero el grado de deterioro de Europa al que ha sido llevada debido al relativismo social de la izquierda y la entrega de la derecha a los mercados especulativos hace necesario dar un golpe encima de la mesa y finalizar con todo aquello que lleva a la más absoluta decadencia a las naciones de este continente.
Queda mucho por hacer, pero, como escribí en este mismo diario hace algún tiempo, necesitamos alguien joven, alrededor de los cuarenta, brillante, actual, hombre o mujer, para que encabece un nuevo movimiento social destinado a poner orden en todo este desaguisado.
Ahí estaremos muchos para apoyarle.

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