Sanciones contra Rusia: el autocastigo europeo

¿Hasta dónde habrá que destrozar nuestras economías para complacer al expansionismo de la hiperclase euroamericana?

Compartir en:


Tal es la pregunta que formula hoy Jean-Michel Vernochet en un brillante
artículo de Boulevard Voltaire. El continúa preguntándose: «Europa —en fin, eso a lo que se ha convenido dar tal nombre—, esa hidra informe y sin cabeza pensante, ¿ha decidido castigarse a sí misma por haber intentado sobornar a Ucrania, fomentar la crisis de Maidan, la caída de Yanukovitch y la actual guerra civil de Donbass?»
Tal lo parece a la vista de las sanciones económicas contra Rusia que, siguiendo los dictados de Washington, han adoptado los países europeos. ¿Esperaban acaso que el gobierno ruso se quedara con los brazos cruzados, que no iba a responder con otras medidas destinadas a defenderse? Es cierto que, durante mucho tiempo, Rusia —como ha declarado el presidente de su gobierno, Dmitry Medvédev— no ha dado ninguna respuesta a las sanciones proclamadas por los países occidentales. «Hasta el último momento —precisa— hemos guardado la esperanza de que nuestros colegas extranjeros comprenderían que las sanciones llevan a un callejón sin salida. Nadie las quiere. Sin embargo no lo han entendido.»
Y como no lo han entendido, al final ha llegado la respuesta: embargo completo sobre la importación de carne, frutas y verduras, aves, pescado, queso, leche y productos lácteos procedentes de la Unión Europea, Estados Unidos, Australia, Canadá y Noruega.
Todo sea por que la hiper clase tecnocrática imponga la «democracia», el zombi globalizado y el homo festivus a través del largo y ancho mundo. Desde Irak hasta Rusia —si ésta se dejara, claro está.

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar