Blas de Lezo: una pata de palo para defender un imperio

Se inauguraba ayer en Madrid una estatua para evocar la figura de quien, venciendo a Inglaterra, defenció un territorio que, de haberse perdido, hubiera caído con él todo el imperio español y su obra. De haberse perdido, esa inmensa tierra ya no hablaría hoy español.

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"No hay patria sin compatriotas a los que admirar. La patria no es un territorio ni una fecha, es el ideario donde habitan hombres como Blas de Lezo"
(Iñigo Paredes, Presidente de la Asociacion Monumento a Blas de Lezo)

Era un sábado de noviembre. Hacía ese frío que llega a Madrid bajo un sol que acaricia  a pequeños pasos el invierno. En la Plaza de Colón, y por suscripción pública, se inauguraba una estatua para evocar a quien infligió a Inglaterra la mayor de sus derrotas. Se evocaba de tal forma la defensa de un territorio que, de haberse perdido, con él hubiera caído todo el Imperio Español y su obra. De haberse perdido, esa inmensa tierra ya no hablaría hoy español. Y si desde aquel día de 1741, lo siguió haciendo fue gracias a un vasco de Pasajes llamado Blas. Blas de Lezo. Aquél a quien llamaron “medio hombre” —cojo, manco y tuerto— por sus prontas y terribles mutilaciones sufridas en batallas navales.
Nunca dejó de sorprenderme que nadie en todos mis años de colegio o universidad me hablara de él. Ni una sola referencia había —ni sigue habiendo— en los libros de texto. Ninguna calle le recordaba. Ninguna estatua sealzaba en la que recordar su figura o imaginar su gesta.
La primera mención que tuve de la existencia del marino vasco fue gracias a Pablo Victoria, un colombiano afincado en Madrid que fue quien primero habló de la derrota sufria por aquella Armada que se pretendía invencible y que, al mando del Almirante Vernon, con 23.600 soldados y 180 navíos perseguía el objetivo de adueñarse de las Antillas y llegar hasta los reinos del Perú.
En frente sólo estaba Blas de Lezo, con 2.800 hombres y seis navíos.
Fue tal la prepotencia inglesa que, convencidos de su victoria, llegaron a imprimir una medalla antes de la batalla. En la misma se leía: “La arrogancia española humillada por el Almirante Vernon” y “Los héroes británicos tomaron Cartagena. 1.º de abril de 1741”.
Con respeto reverencial siempre se ha recordado a Blas de Lezo en aquella Cartagena de Indias que él salvó de la invasión. Y donde ha sido derribada la placa dedicada… a Vernon que, en fecha reciente, había inaugurado, para mayor escarnio, el mismísimo Principe Carlos.
La otra estatua, la de Blas de Lezo, vencedor de Vernon, sólo este sábado ha sido inaugurada en Madrid. Por suscripción popular y por primera vez desde aquel lejano año de 1741.
Justicia se ha hecho, por fin, en España,  sobre quien descansa en una tumba sin nombre en tierras de Colombia, mientras que el almirante Vernon fue enterrado, en su tiempo y recibiendo todos los honores, en la Abadía de Westminster, donde reposa en Londres.
Mayor Justicia se hará el día que esa y otras gestas puedan ser leidas en los libros de Historia de todos los colegios de España y los maestros puedan decir a sus alumnos: “SOMOS PORQUE ELLOS FUERON”.

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