Varapalo a la Banca Privada de Andorra

La Banca Privada de Andorra es una típica entidad que solo puede servir a quienes efectúan operaciones delictiva en su obtención de plusvalías, rentas o comisiones.

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El sistema bancario internacional “ortodoxo”, aunque incurra habitualmente en distintas pillerías, empieza a comprender que es dañino, para sus propios intereses, tanto paraíso fiscal y tanto prestidigitación especulativa, y tanta predisposición a aceptar fondos y recursos varios sin asegurarse de su procedencia.
Por ello llama poderosamente la atención el hecho de que sea el propio Banco de España quien haya puesto firmes al Banco de Madrid, como representante de los andorranos del BPA (Banca Privada de Andorra) en España, del que ha dimitido en pleno el consejo de administración. Ello justo en el momento en que desde los Estados Unidos se ponía el ojo (y la bala) en la heterodoxia de la BPA por su presunta relación con el blanqueo de dinero procedente de clientes de la mafia rusa y ucraniana, de los carteles mexicanos del narcotráfico, de la mafia china y de nuestros “pujoles” de turno.
El modus operandi de toda esa basura –integrada por la banca y sus clientes– se basa en procesar transacciones de testaferros y empresas fantasma. Entre las mismas figura, en particular, la compañía estatal Petróleos de Venezuela, habiendo cifrado la investigación preliminar en no menos de 4.200 millones de euros el importe blanqueado durante el último año, merced al soborno sistemático de los altos funcionarios del Gobierno de Andorra y demás altos cargos de dicha BPA.
La BPA es una típica entidad que solo puede servir a quienes efectúan operaciones delictiva en su obtención de plusvalías, rentas o comisiones. Y ello porque Andorra es un territorio con un bello pero limitado territorio (invierno, nieve, esquí…) y una decadente actividad comercial –basada en su ventaja en los precios al no aplicar el IVA ni otros impuestos–, pero con un nulo tejido industrial: motivos por los que su gran negocio es su banca parasitaria.
De ahí que los ciudadanos normales que no obtenemos recursos vía delitos debamos alegrarnos de que algo se mueva en la dirección adecuada. Otro motivo de alegría nos lo da el hecho de e que todo ello está relacionado también con la podredumbre de la familia Pujol y sus patrañas de delincuentes de cuello blanco. En efecto:
Banco de Madrid era una entidad que pertenecía a Banca Catalana, cuya figura máxima el ex presidente de la Generalidad Jordi Pujol Soley. Banca Catalana fue intervenida después del expolio basado en la práctica piramidal (pagar intereses a partir de los depósitos, y no de los beneficios), así como del saqueo que perpetraron Pujol y sus socios (David Tennenbaum y compañía), hasta que el Estado confiscó la entidad y la adjudicó al entonces Banco de Vizcaya, después BBVA. Ya saben, lo del “ataque a Cataluña” que se divulgó por los proto-independentistas, agazapados detrás de Pujol y su banda.
Pero, según parece, Pujol, además de lo que, gracias a sus rapiñas, escondió y dispersó urbi et orbi, tenía hasta ahora 1,7 millones de euros bloqueados en Banco de Madrid –que seguro que lava dinero–, como aval de operaciones de crédito solicitadas por la familia. De ahí que les haya sido tan fácil al padre y a los hijos acceder a grandes sumas para comprar a bajo precio y especular, dentro el más puro estilo usurero-prestamista del que mamaron ya desde la época del abuelo y sus vínculos con el traficante de diamantes y divisas Tennebaum.
En esta línea, no es de extrañar que el grueso de la fortuna Pujol estuviera en la sede de dicha Banca Privada de Andorra que, como actual propietaria del Banco de Madrid (no nos perdamos en más líos cruzados), ofrecía un entramado de escapatorias y camuflajes de alto valor añadido para sinvergüenzas extractivos.
Recuerden: 1959, Florenci Pujol (el abuelo) –y otros buitres– compran la Banca Dorca, de Olot (Gerona), que ya con el hijo se convierte en la Banca Catalana que todos juntos expolian y hunden; así que se la queda el Banco de Vizcaya (incluido el Banco de Madrid), que éste integra, cuando nace, en el nuevo BBVA (Banco de Bilbao, Vizcaya, Argentaria); que luego enajena a la BPA, usándola como plataforma en España, dado que un nombre andorrano canta bastante para colectar depósitos normales.
Y para acabarlo de adornar, la comisión de irregularidades reconfirma su postura al saberse que el Banco Central de Uruguay multó en octubre de 2011 al BPA y a su copresidente, y vicepresidente de la Fundación F. C. Barcelona, Ramón Cierco, al haber incumplido las normas contra el blanqueo de dinero. Además, como parte del expediente, se le retiró la licencia a BPA para operar en Uruguay.
¿Qué se podía esperar de un banco pensado para administrar fortunas privadas que huyen de sus países de origen y que opera con sucursales propias en la propia Andorra (Francia la desprecia, por pirata, para los negocios), España, Suiza, Luxemburgo, Panamá y Uruguay?
© elcotidiano.es

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