Comunicado de Marine Le Pen

El fundamentalismo islámico debe ser destruido. Francia debe prohibir las organizaciones islamistas, cerrar las mezquitas radicales y expulsar a los extranjeros que predican el odio en nuestra patria, así como los clandestinos que no tienen nada que hacer en ella.

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Mis queridos compatriotas:


Vivimos el horror. Vivimos una tragedia nacional.

Anoche, la capital de Francia ha sufrido ataques de una barbarie inaudita que muestran una nueva escalada en la violencia del terrorismo islamista. Por sexta vez en 2015, ha golpeado a nuestro país.
Francia está llorando a sus muertos, y lloro con ella. Pienso también en los numerosos heridos, algunos en estado crítico. Quiero compartir con las familias afectadas y damnificadas de mi más profunda compasión y mi solidaridad. Aplaudo la dedicación y profesionalidad de nuestras fuerzas del orden y de nuestros servicios de socorro, y quiero decirles que son dignos de admiración por parte de toda la nación.

Francia y los franceses ya no están seguros, es mi deber decirlo. Y como medidas de emergencia:
Francia debe finalmente determinar cuáles son sus aliados y cuáles son sus enemigos. Sus enemigos son los países que mantienen relaciones amables con el islamismo radical. También son los países que tienen una actitud ambigua con las organizaciones terroristas. Todos quienes los combaten son aliados de Francia y deben ser tratados como tales.

El presidente de la República anunció el estado de emergencia y el control temporal en las fronteras. Eso es bueno. Pero, pese a lo que diga la Unión Europea, es indispensable que Francia recupere el control de sus fronteras nacionales, definitivamente. Sin fronteras no hay ni protección ni seguridad posible.

Francia se ha vuelto vulnerable. Debe rearmarse porque desde hace demasiado tiempo sufre un colapso programado de sus capacidades de protección y defensa, frente a amenazas predecibles y crecientes.

Francia debe restablecer sus medios militares, de policía, de la gendarmería, de inteligencia y de aduana.

El estado debe poder volver a asegurar su misión esencial de protección de los franceses.

Por último, el fundamentalismo islámico debe ser destruido. Francia debe prohibir las organizaciones islamistas, cerrar las mezquitas radicales y expulsar a los extranjeros que predican el odio en nuestra patria, así como los clandestinos que no tienen nada que hacer en ella.

En cuanto a los binacionales participante de estos movimientos islamistas, deben ser privados de su nacionalidad y prohibir su entrada en nuestro territorio.

Mis queridos compatriotas, somos un pueblo valiente. La Nación debe estar unida en esta prueba.
Más allá de las palabras es la acción fuerte e implacable la que protegerá a los franceses y perpetuará esa unidad.

¡Viva la República!

¡Viva Francia!

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