¿Un nuevo espíritu religioso?

El biólogo evolucionista Richard Dawkins, autor de la celebérrima obra maestra de la filosofía naturalista "El gen egoísta" (1976), capitaneó hasta principios de la década de 2010 un movimiento conocido como Nuevo Ateísmo que tenía como objetivo poner en evidencia y destruir al fundamentalismo protestante en Estados Unidos.

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El biólogo evolucionista Richard Dawkins (Nairobi, 1941), autor de la celebérrima obra maestra de la filosofía naturalista El gen egoísta (1976), capitaneó hasta principios de la década de 2010 un movimiento conocido como Nuevo Ateísmo que tenía como objetivo poner en evidencia y destruir al fundamentalismo protestante en Estados Unidos. Para esta batalla escribió un libro que se convertiría inmediatamente en la biblia del Nuevo Ateísmo: El espejismo de Dios (2006).

Dawkins no tenía un especial interés en atacar al catolicismo romano (aunque en alguna ocasión lo hizo, pero desde una posición que podría calificarse de anglicana vieja escuela, es decir, isabelina), tampoco mostraba una especial hostilidad hacia la Iglesia de Inglaterra, puesto que ésta es definitivamente liberal desde el triunfo de la corriente iniciada por los Platonistas de Cambridge en el siglo XVIII. Desde ese momento el anglicanismo ha sido una forma de cristianismo laxa, antidogmática, pero paradójicamente muy observante de la liturgia, mucho más que la Iglesia de Roma postconciliar.

El punto cumbre de la laxitud anglicana llegó en los años 1960 con el teólogo y vicario John Robinson, quien en su ensayo Honesto para con Dios, que fue todo un best seller en el mundo anglicano y episcopaliano (la denominación del anglicanismo en Estados Unidos), postuló una recuperación de la teología decimonónica de Ludwig Feuerbach que postulaba que Dios es una proyección espiritual y psicológica del ser humano, pero que, como tal proyección, en cierto modo, existe.

Soren Kierkegaard llegaba a conclusiones parecidas expresando la fe como un subjetivismo absoluto, una verdad para mí, e importándole poco si entre los atributos de Dios está la de la existencia objetiva. Ludwig Wittgenstein abundaría en estas tesis en el siglo XX cuando describía a los Evangelios como interpeladores y tranformadores del lector, si éste los lee en el momento adecuado, y no necesariamente como relatos basados en hechos reales. Wittgenstein le estaba enmendando la plana a San Pablo: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe” (I Corintios 15:14). Para el filósofo austríaco, si la Resurrección es una fábula, el Evangelio no pierde por ello ni un ápice de su poder. Por tanto, es verdadero.

Volviendo a Dawkins, sus demonios no estaban en el Reino Unido, ni tampoco en Europa, donde apenas quedan focos de integrismo cristiano, a excepción quizá de algunas zonas de Polonia y el Ulster. Pero incluso en el Ulster, este integrismo tiene más que ver con el nacionalismo que con la religión.

La bestia negra de Dawkins y hacia la que dirigió su cruzada fue el fundamentalismo protestante del Bible Belt norteamericano. Y, ciertamente, la cruzada resultó victoriosa: el Nuevo Ateísmo prendió en Estados Unidos, un país donde estaba muy mal visto definirse como ateo. Hoy ya no es así.

Millones de personas de la Norteamérica profunda, afectadas por el lavado de cerebro religioso desde la infancia, rompieron ese corsé y respiraron los aires frescos de una vida sin el aliento del dios del Sinaí soplando en el cogote, como bien puede apreciarse en el documental Zeitgeist (2007).

Estamos ya a diez años del surgimiento del Nuevo Ateísmo y las cosas han evolucionado de una manera peculiar: el islam amenaza a Europa y la ruptura del corsé fundamentalista se ha instrumentalizado para llevar a cabo campañas de laicismo agresivo con el fin de destruir la identidad europea.

En ambos frentes, el mismo Dawkins ha sido categórico: “No veo a cristianos volándonos por los aires” así que ahora dirige su campaña atea hacia los musulmanes que viven en el Reino Unido. También dijo en una conferencia: “Soy un cristiano cultural, no quiero la abolición de la Navidad ni de otras tradiciones; Inglaterra es un país cristiano”.

La Cruzada (ahora con mayúsculas) hoy vuelve a ser contra el islam, igual que en la Edad Media, pero también se está produciendo un avivamiento religioso cultural tanto en Europa como en países euro descendientes. La vuelta a la Iglesia y la protección de ésta se ha convertido en una causa identitaria, no necesariamente religiosa. Pero a través de la forma, se retorna al fondo.

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