11-M: Guía para no perder el juicio

Todo va siendo lo que parece, que no es lo que parecía (o sí)

EMC (Madrid) Lo más relevante de la semana del 11-M es el formidable caos que parece haber rodeado a la intervención policial durante la jornada del 11-M. Hay contradicciones demasiado ostensibles entre los distintos mandos policiales. Y hay comportamientos poco claros en el seguimiento policial a los acusados antes del 11-M. Resumen de las declaraciones y claves para entenderlas.

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Santiago Cuadro: dice que no dijo “tytadine”.

El 11-M, Santiago Cuadro era comisario de Seguridad Ciudadana. Su testimonio es importante para saber cuál fue exactamente el sentido de la información policial sobre los atentados en esa misma jornada. Eso es particularmente relevante en lo que concierne a los explosivos: ¿qué fue exactamente lo que explotó? Cuadro dice que debe existir un primer informe por escrito sobre los explosivos empleados en los atentados; pero Sánchez Manzano, el jefe de los Tedax, había dicho que no existía tal primer informe. Cuadro dice también que él no habló nunca de titadyne con cordón detonante –el explosivo que avalaría la “pista etarra”-, sino siempre de dinamita; pero Díaz Pintado, subdirector general operativo, había dicho que fue precisamente Cuadro quien habló de tytadine. Cuadro, por otro lado, dice que estuvo en una reunión de mandos policiales a las cinco de la tarde del 11-M; luego dijo que no estuvo y después volvió a decir que sí. Según Cuadro, en esa reunión se habló de la autoría de ETA, no de autoría islamista. 

En el mismo aspecto del comportamiento policial, Cuadro contó algunas otras cosas relevantes. Por ejemplo, confirmó que a la policía científica no se le permitió hacer un reportaje fotográfico de la mochila hallada sin explotar. Esas fotos las hicieron los tedax y después la policía se quedó el carrete. Hoy nadie sabe dónde están las fotos. Respecto al episodio de Leganés, Cuadro narró que fue avisado hacia las cinco de la tarde de que había un tiroteo, pero al llegar constató que no había rastro alguno de los disparos. También aclaró que, en ese momento, nadie le dijo que los presuntos terroristas tuvieran explosivos en el piso.

 

Miguel Ángel Santano: no sabe nada. 

El 11-M Santano era jefe de la Brigada Provincial de Policía Científica de Madrid; hoy es Comisario General de Policía Científica. Está imputado en el “caso del ácido bórico” como presunto responsable de la eliminación de informaciones que relacionaban a ETA con los terroristas islámicos. Respecto al 11-M, Santano dijo que conoció la posibilidad de una autoría islámica “como cualquier ciudadano” a través de la prensa, y por “comentarios de los compañeros”. Dijo también que nunca recibió información sobre el tema ni se trasladó a ninguno de los focos de las explosiones del 11-M. Asimismo, aseguró que su Brigada nunca custodió ninguna muestra de dinamita, ni su equipo protagonizó pesquisa alguna, ni él vio tan siquiera la misteriosa furgoneta Kangoo.

 

Beatriz Higuera: la declaración que no consta

Beatriz Higuera es la dueña del Toyota Corolla al que Suárez Trashorras dobló la matrícula para trasladar explosivos. Seis días antes del 11-M, la señora Higuera fue interrogada por la guardia civil acerca de Emilio Suárez Trashorras (acusado de facilitar los explosivos a los terroristas) y de un tal Youssef Ben Salah (identidad falsa que solía utilizar Jamal Ahmidan El Chino), jefe operativo de la célula islamista y que se suicidó en el piso de Leganés. Ahmidan (El Chino) utilizó este coche para volver de Asturias a finales de febrero de 2004 con los explosivos que se utilizaron en la matanza. En ese viaje la Guardia Civil le puso una multa, lo que les permitió llegar hasta la testigo. El 5 de marzo, a las tres de la madrugada, los agentes la llamaron y le hicieron ir al cuartel a declarar. Volvió a declarar ante la policía el 26 de marzo sobre la misma cuestión. En una tercera declaración ya no le preguntaron por Trashorras ni El Chino. El Fiscal objetó que en la declaración firmada en su día por la testigo “no consta que le preguntaran por ningún nombre”. La señora Higuera respondió: “Pues le puedo asegurar que tanto la Policía como la Guardia Civil me preguntaron por ellos”. 

La clave de este asunto: los investigadores de El Mundo dicen que la declaración de Higuero ante la UCIE fue destruida por un presunto disquete defectuoso y que la segunda ya no incluía tales datos. 

El guardia de Buitrago: “no procedía” detener al Chino.

En la madrugada del 5 de diciembre de 2003, tres meses antes de los atentados, un guardia civil de Buitrago (Madrid) dio el alto en la carretera a Jamal Ahmidan, El Chino. En el maletero del coche, la guardia civil localizó dos maletas que contenían “ropa aún con las etiquetas y chivatos” que parecía “sustraída del Corte Inglés”. Además de las maletas con ropa, en el coche había “tres cuchillos y una maza”: el agente precisó que la maza “era artesana, de las que hacen daño”. Igualmente había “un fajo de billetes de 50 euros del grosor de un dedo”. El guardia civil reconoció que no procedió a su detención a pesar de que existían motivos para ello ya que no era la hora adecuada para realizar “las diligencias oportunas”. Sólo tras los atentados supo el guardia de quién se trataba. Junto a este guardia declaró un compañero suyo, que amplió otro dato: los cuchillos “superaban las dimensiones legales”. Los guardias mantuvieron una tensa charla con el Chino: “Nos dijo que éramos unos racistas y nos íbamos a enterar”. 

 

Los que tampoco saben nada:

Abú Dahdah, supuesto líder de Al-Qaeda en España. El 11 de marzo estaba en prisión. No le extrañaron los atentados, pero dice no le parecen bien –son “inadmisibles”-, ni él tiene nada que ver. 

El hermanastro de Zougam. Zougam está acusado de la autoría material de los atentados. El hermanastro dice que Zougam, el 11-M, estuvo en la cama hasta las diez de la mañana, y que Zougam nunca le dijo que tuviera ideas islamistas radicales.

 

El testigo protegido y el asunto del Nayo 

Un testigo protegido (anónimo) declaró sobre su relación con la “trama asturiana” de los explosivos. En su declaración, el testigo afirmó que podía localizar a “El Nayo”. Este “Nayo” es José Ignacio Fernández, confidente policial, que se encuentra en busca y captura por la operación Pípol, siempre en torno al tráfico de explosivos asturianos. El testigo sugiere que tal vez el Nayo se halle en la República Dominicana. El juez instó al testigo a facilitar a la policía toda la información.

La clave del asunto: ¿Qué sabía exactamente la policía de Asturias sobre la trama de explosivos y su eventual relación con grupos islamistas u otros?

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