Reivindicando a Margaret Sanger

Del feminismo de ayer al hembrismo de hoy

Hubo un tiempo en el que el feminismo iba de mujeres que trabajaban durante la semana y se divertían los fines de semana, evitaban embarazos no deseados, bebían como cosacos y mantenían una bella camaradería con los hombres.

Compartir en:


La fundadora de Planificación Familiar –Planned Parenthood–, la enfermera norteamericana Margaret Sanger (1879-1966) ha sido "secuestrada" por la izquierda desde hace décadas, cuando, en realidad, debería ser reivindicada por la Alt Right, tal y como está haciendo el medio de comunicación Red Ice. Sin embargo, hay otros sectores en la Alt Right, como el católico gay Milo Yannopoulos, que identifican a Sanger con la izquierda y la consideran una hideous racist (espantosa racista).

Los motivos por los cuales la izquierda se ha apropiado (como en otros casos) de una figura que no le corresponde es porque Sanger fue una de las pioneras de la anticoncepción, porque era feminista y porque se mantuvo al margen de la Iglesia católica, que era la que le correspondía por su origen irlandés.

Es cierto que Sanger consideraba que las razas negras tendían a reproducirse mucho más que las blancas debido a lo que ella consideraba su grado más bajo en la escala evolutiva, al tiempo que colocaba a los aborígenes australianos en el escalafón inferior. Esto siempre ha sido para la izquierda la mancha negra en el expediente de la enfermera neoyorquina.

No es la única de las figuras habitualmente capitalizadas por la izquierda que tiene un punto dudoso debido a ciertos pasajes, ya sea en sus obras o en sus vidas, que pudieran considerarse profundamente inadecuados o políticamente incorrectos. Lo mismo sucede con Bertrand Russell, Aldous Huxley o George Orwell.

Hubo un tiempo, en los años veinte y treinta, en el que el feminismo iba de mujeres que trabajaban durante la semana y se divertían los fines de semana, evitaban embarazos no deseados, conducían los bonitos automóviles de aquella época, bebían como cosacos y mantenían una bella camaradería con los hombres. Todo ello puede comprobarse leyendo El Gran Gatsby, de Scott Fitzgerald, novela publicada en 1925. 

Es decir: el feminismo no era antipatriarcal, sólo quería animar un poquito el aburrido patriarcado con un toque de femenina gracia.

A partir de los años sesenta, con el Women’s Lib, el feminismo se tornó en "Feminismo de la Tijera Podadora", con las malas consecuencias que hoy padecemos.

Volviendo a Sanger y a sus ideas: sería muy importante que las autoridades españolas, con el apoyo de la Unión Europea, establecieran destacamentos de Planificación Familiar en lugares como la costa del Estrecho, Ceuta y Melilla, siempre junto a los ya existentes ambulatorios de la Cruz Roja.

Así, cada vez que llegue una patera o que unos reemplazantes crucen la Valla, los ciudadanos reemplazantes podrían pasar a ser atendidos en la Cruz Roja y acto seguido ser guiados a las dependencias de Planificación Familiar, siendo sometidos todos los varones a una simple y rápida esterilización. De este modo se lograría que, además de reemplazantes, no se convirtieran también en replicantes, evitándoles un montón de problemas en Europa: en tiempos de tanto paro como los actuales, no es muy conveniente traer nuevos y potenciales parados al mundo. El mismísimo Papa está plenamente de acuerdo con esto. Es por su bien.

Volviendo al tema de cómo ha cambiado el feminismo, hace falta remontarse a los años veinte, basta retroceder a los ochenta. A principios de dicha década, el divertido grupo punk femenino y feminista Vulpess nos deleitaba con su simpática canción Me gusta ser una zorra. ¿Qué harían con tales zorras las feministas de hoy? ¿Las despellejarían para hacerse unos trapitos con piel de vulpini?

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar