Una de los cuadros de Augusto Ferrer-Dalmau que se reproducen en nuestro último número sobre 'La Leyenda Negra'

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Les ofrecemos seguidamente uno de los artículos más interesantes del N.º 5 en torno a la LEYENDA NEGRA. En él se aprecia la importancia respectiva, en el ámbito universitario, de los partidarios y de los enemigos de la leyenda negra. Exactamente lo contrario de lo que uno se imaginaría.

 

NEGROLEGENDARIOS, UNOS.
DEFENSORES DE LA OBRA DE ESPAÑA, OTROS

Desde finales del siglo XIX, los historiadores en primer lugar, pero también escritores e intelectuales en general se hallan profundamente divididos. Se enfrentan dos bandos: el de quienes atacan y el de quienes defienden la obra —ignominiosa para los primeros, civilizadora para los otros— llevada a cabo por España en sus «Provincias de Ultramar».

Vista la fuerza con la que la leyenda negra ha cuajado en nuestras sociedades, incluida la española, uno creería que el grupo de quienes con doctas e historiográficas armas propagan la leyenda negra es netamente superior al de quienes impugnan la misma.

Ocurre, sin embargo, todo lo contrario. Basta para ello ver la larga lista de los intelectuales más destacados que se han opuesto y se oponen a las falacias negrolegendarias.

Sobresalen entre ellos, por lo que hace a los siglos XIX y XX,los nombres de los escritores Emilia Pardo Bazán (quien, en 1899, empleó por primera vez el término «leyenda negra») y Vicente Blasco Ibáñez, así como el del historiador Julián Judderías, a los que hay que sumar, en el marco de la Generación del 98, el de Ramiro de Maeztu.

Entre los autores contemporáneos, descuellan, tanto por su valía como por sus espectaculares éxitos de ventas, los historiadores María Elvira Roca Barea y el argentino Marcelo Gullo Omodeo. A ellos se suman una plétora de autores entre los que cabe destacar a los historiadores Luis Suárez, Serafín Fanjul, Iván Vélez, José Javier Esparza, Pedro Insúa, Adelaida Sagarra o el cineasta José Luis López Linares, autor del documental España, la primera globalización, sin olvidar la gran labor de reivindicación histórica que, en el ámbito de la pintura, efectúa Augusto Ferrer-Dalmau, varias de cuyas obras ilustran y engalanan este número.

Son también numerosos los hispanistas extranjeros que han empuñado su pluma para defender la obra de España en el Nuevo Mundo. Destaquemos, entre ellos, a los estadounidenses Charles F. Lummis, Philip Wayne Powell, Charles Gibson, James Brown Scott, Lewis Hanke, William S. Maltby, William Thomas Walsh y Stanley Payne; al belga Henri Pirenne; a los británicos John Elliott Hugh Thomas y Robert Goodwin; a los franceses Fernand Braudel, Pierre Chaunu, Joseph Pérez y Bartolomé Bennassar.

A su lado, aún resulta más llamativo el reducido número de grandes historiadores e intelectuales que han tomado partido por la leyenda negra. Ahora bien, lo que no florece en el campo negrolegendario son sólo las

 

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