Libelos de autoodio

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Un volumen publicado por la Universitat de València cae en mis manos: Paisajes de conquista, de Thomas F. Glick. El editor es sospechoso debido a una línea ideológica donde la ecuanimidad es un cuervo azul; el título me mosquea en el uso de una palabra que busca provocar, “conquista”; los contactos del autor, entre lo más trillado de las tesis del nuevo beaterio ONG y progre, más; pero el texto de contraportada acaba por hacerme feliz: Partiendo de la situación del mundo rural romano tardío, se analizan las transformaciones que supuso la formación de al-Andalus y, ya en la baja Edad Media, su conquista y colonización por los reinos feudales cristianos.
   
El párrafo (cuya autoría desconozco) no es indecente, es miserable. En dos palabras, pega una patada a los huesos o el polvo de quienes cayeron defendiéndonos. Para Glick, o la lumbrera redactora del escupitajo textual, los cadáveres antiguos no valen para nada. Estos vendepatrias pueden mancillar la memoria de decenas de miles de muertos, de esclavizados, de deportados, de violadas, y no importarles. Me refiero, claro está, a nuestros antepasados de la Hispania invadida a sangre y fuego en el siglo VIII; o de la Roma africana asolada hasta los cimientos por los musulmanes. Atendiendo a estos historiadores (?), la destrucción absoluta de nuestro mundo cultural es tan sólo “las transformaciones”, como si pusieran un campo en barbecho, una prenda a tintar, u observaran el crecimiento de una amapola; la llegada de tribus árabes y bereberes para devastar la cultura latina e imponer una religión ajena fue un proceso, para ellos, natural, absolutamente lógico en un conglomerado de hechos históricos, y dentro de la mayor tolerancia y respeto. Sin embargo, los invadidos no merecen nada, aquellos hombres que tuvieron en mente la recuperación de lo usurpado y lograron, tras siglos de lucha, la liberación de Hispania y de cuantos hispanos quedaban aquí, ésos son “conquistadores y colonos”, es decir, gente peligrosa frente a los Zapateros de babuchas del Hollywood califal.

Estamos en una pendiente en la que, muy pronto, se va a ver la reconquista de la península ibérica como la más antigua de las “colonizaciones”. Y va a ser difícil, e incluso a molestar, hablar de recuperación de un territorio europeo. Así se consigue dos cosas: la primera, mostrar el norte de África bajo el prisma de un statu quo actual (tierras musulmanas de lengua árabe con ruinas romanas que nadie sabe muy bien qué hacen ahí), sin investigar ni plantearse nada por miedo a herir sensibilidades; la segunda, introyectar la reconquista española como un crimen, como un proceso de limpieza étnica, frente a la paz y la dolce vita de los múltiples reinos que formaban la Hispania bajo el poder muslime. De este modo, los árabes no deberán pedir disculpas por nada, y nosotros estaremos en la obligación de humillarnos por todo.

Frente a esta agresión interna, esta involución de quienes se creen intelectuales pero predican nuevos dogmas henchidos de eurofobia, ante esta falsa investigación de tantos traidores a su patria, les recomiendo, a los europeos aún conscientes de qué estuvo en juego, y de qué nos estamos ahora jugando, la audición de los primeros álbumes del grupo riojano de heavy metal Tierra Santa. Rock duro del bueno, del clásico, y orgulloso de ser español hasta el punto de poner música a José de Espronceda. Escuchen, por favor, canciones como “Reconquista” o “Legendario”, háganselas oír a sus hijos (y también hijas), y que las aprendan de memoria. A ver si reaccionamos de una vez. A ver si hay esperanza.

Link a la canción “Legendario” de Tierra Santa: http://www.youtube.com/watch?v=47tcJm67qhQ

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