Geert Wilders

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Si El Día de Córdoba es veraz en su antetítulo del 21 de enero de 2009 (“Geert Wilders comparó el islam con el nazismo, lo que supone un delito de discriminación e incitación al odio”), la comparación del islam con la Alemania nazi, o, extendiéndonos un poco en la interpretación habida cuenta del film Fitna, la identificación de aquellos fragmentos del Corán que llaman a la violencia (como los hay en la Biblia, por otro lado), pueden hacer que un hombre sea perseguido por la justicia. Esto sucede, para más escarnio, en el Estado que se ha caracterizado siempre por acoger disidentes, heterodoxos y, con un arcaísmo, librepensadores de todas partes. Cuando arreciaban las persecuciones religiosas por Europa, los Países Bajos eran el último reducto donde morar. Que se lo digan, por ejemplo, al valenciano Juan Luis Vives.

Sin embargo, esta incomprensible islamofilia de los políticos europeos, donde siempre caben excepciones incluso en los gobiernos, como la Lega Norden Italia, el Vlaams Belang en Flandes, o el ex presidente español José María Aznar, tiene su contrapeso en el otro fiel de la balanza: el antisemitismo del que se está armando toda la galaxia de partidos y agrupaciones de la izquierda: del PSOE, IU, ERC, BNG, IC… hasta las redes altermundistas de solidaridad. Todos estos no dudan en desfilar, promover, alentar y acompañar acciones donde no se está a favor de la paz, sino sobre todo a favor de la demonización de los israelíes, con quema de banderas, exhibición de alguna pistola, satanización de intelectuales, etc.

Pero no voy a irme por la tangente, y seré estricto con la información de El Diario de Córdoba y de la que se hacen eco otros medios. Si la comparación de cualquier grupo, religión o ideología con el nazismo es susceptible de considerarse delito, la pregunta es muy sencilla: ¿qué le ocurriría al ejecutivo catalán de encontrarse en Amsterdam en vez de en Barcelona? ¿Serían objeto de alguna investigación por convocar una manifestación donde había pancartas que comparaban el Estado de Israel con la Alemania nazi? ¿O hemos llegado a un punto donde no valen lo mismo los musulmanes que los judíos, sobre todo en la patria donde se escondió Anne Frank? A tenor de lo visto, es como para albergar dudas.

España va a la deriva en este asunto, y está queriendo pagar, con su política de cesiones, un complejo de culpa que en nada le beneficia (colonialismo, imperialismo, etc.). Es triste que de nuevo con la aquiescencia de nuestros representantes públicos, que no sé si se darán cuenta de que incluso pueden estar fomentándola (Pedro Zerolo hablando de masacre, Gaspar Llamazares pidiendo que se llame a consultas al embajador israelí…) comience a brotar la judeofobia en gran parte de la población española. Y eso no es bueno, sobre todo si quieren construir esa patria del mestizaje que tanto lloran.

En una Europa en la que el judío vuelve a ser el malo (los “amos del mundo”, los “sionistas racistas”, el “terrorismo de Estado”…), y los musulmanes no pueden ser criticados, porque eso es xenofobia e islamofobia, dado que practican la religión de la paz y sus países son paraísos sobre la Tierra, se está empezando a abrir la veda para la caza de quien disienta. De quien disienta de las verdades lanzadas por la policía del pensamiento, que es, ya lo sabíamos, antisemita, antieuropea y antioccidental.

Disentir, empero, y no hemos de olvidarlo, es lo que convierte al ser humano en ser racional, la diferencia entre quien corea una consigna y quien analiza realidades.

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