SALUDOS DESDE VENEZUELA

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A Don Javier Ruiz Portella. Director de Elmanifiesto.com.

Nos encontramos unos a otros a veces por mera casualidad. Lo que sabemos es que estamos, esparcidos por espacios distantes y diferentes, pero con un mismo propósito que tiene que ver con contribuir a rehacer un mundo lleno de entuertos, cuyos molinos de viento aún no los dejamos cumplir su eólica función de poner a cantar el viento. Seguimos convirtiendo todo lo que tocamos en armas de guerra sin advertir que los primeros heridos somos nosotros mismos.

Y para contrarrestar esa avalancha destructora nos afanamos en deslastrar las cosas y los hombres de tanta mentira como se nos ha impuesto desde el mismo inicio de los días. Buscamos rehacer el planeta como la casa del hombre, la tierra como pertenencia de todos, la alegría como el primer deber de la vida. En esa síntesis de lo individual y lo colectivo que tan bien descifraba Juan Ramón Jiménez cuando dice: "Yo no creo en una Humanidad conjunta más o menos igualada con estas o las otras facilidades, sino en una difícil comunidad de hombres completos individuales."*

De modo, amigo Javier, que tenemos muchas cosas en común y probable y necesariamente muchas en las que podríamos disentir. Las últimas son las más importantes porque son las que corrigen, perfeccionan y fortalecen nuestras ideas. Pero por sobre todas las cosas hay un propósito común, una angustia que se asemeja y un empeño persistente por contribuir en algo a crear conciencia, a juntar al hombre con el hombre, a aprender del pasado y a intuir porvenires distintos.

Sin embargo, estamos absolutamente aislados. No hemos llegado a la virtud de globalizar la esperanza, la organización y la conciencia colectivas.  En consecuencia, mientras más claras, mejores sean nuestras ideas, pensamientos y acciones, más seremos disgregados y divididos. Romper el cerco-trampa debe se una de nuestras metas.

Un trabajo anónimo, colectivo, que no requiere de rúbrica ni propiedad, sino que debe empalmarse, como dice León Felipe, como una carrera en la cual el corredor entrega su testigo al siguiente corredor, hasta lograr una victoria que es de todos.

En todo caso, Javier, esta nota es para saludar, celebrar iniciativas como las vuestras, y persistir en la tarea de crear una urdimbre gigante que algún día arrope al planeta, le sirva de regazo al hombre y de espejo a las estrellas.

Saludos cordiales.

Mery Sananes / desde venezuela / un expaís en vías de destrucción y exterminio

27 de febrero del 2009

 

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