En Francia, al menos­…

Cambian los tiempos. Grandes intelectuales contra el Sistema

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 La disidencia de los intelectuales precedió a la caída de la Unión Soviética. La revuelta de los intelectuales contemporáneos podría anunciar la caída del imperio cosmopolita. Es cierto que los oligarcas del Sistema son poderosos: poseen el dinero y controlan los medios convencionales. Pero el poder de los oligarcas está triplemente amenazado: por la revuelta populista, por la revuelta digital, pero también por la de intelectuales. Cada vez son más numerosos los filósofos, antropólogos, economistas, geopolíticos, geógrafos, sociólogos… que impugnan el desorden establecido.
 
Los filósofos en búsqueda del sentido
 
En los años cincuenta, la mayoría de los filósofos eran marxistas, mientras que en los años setenta y ochenta se convirtieron en “derechoshomistas”. Hoy muchos filósofos son acerbos críticos de la modernidad, defendiendo a menudo la vuelta a la tradición. Es el caso de Jean-François Mattéi, de Philippe Nemo, de Chantal Delsol, del escritor Richard Millet, cuyo panfleto filosófico, La fatigue du sens [El cansancio del sentido], de una radicalidad extrema, está definitivamente alejado de cualquier bien-pensancia[1].
 
El gran regreso de las fronteras
 
En la novlengua contemporánea la palabra fronteras había pasado a ser un tabú; ni siquiera se hablaba de fronteras…, salvo para suprimirlas. Régis Debray acaba de romper el tabú, publicando un Eloge des frontières [Elogio de las fronteras]. Dicho elogio fronteras es también el hilo conductor del fulgurante libro de Hervé Juvin: Le renversement du monde [El vuelco del mundo], ambos publicados por Gallimard.
 
La rehabilitación del proteccionismo
 
Frente a la gran amenaza industrial, el viejo gaullista Jean-Noël Jeanneney había publicado en 1978 Pour un nouveau protectionnisme [En pro de un nuevo proteccionismo]. Fue una especie de canto de cisne, puesto que desde finales de los años setenta el libre comercio es lo que domina, hasta el punto de que incluso se llegó a censurar al Premio Nobel de Economía Maurice Allais. Pero aquella época de censura ya ha pasado a la historia: hay actualmente economistas que se atreven a mostrarse proteccionistas. Como Jacques Sapir y Jean-Luc Gréau, que se juntaron a Gérard Dussouy, teórico de la mundialidad, y a Alain Chauvet (Otro mundo: proteccionismo contra depredación).
 
Sociólogos y geógrafos examinan críticamente la inmigración
 
El geógrafo Christophe Guilly ha dado una patada en el hormiguero con sus Fracturas francesas, donde pone de manifiesto la magnitud de las fracturas étnicas. Una fracturas étnicas que no son necesariamente sociales: en efecto, se es más rico (al menos monetariamente hablando) en Seine-Saint-Denis que en la Creuse. Otros autores que hablan con claridad y sin pelos en la lengua sobre la cuestión inmigratoria son Malika Sorel en Immigración, integración, Michèle Tribalat en Con los ojos bien cerrados (la inmigración en Francia) o Hugues Lagrange en La denegación de las culturas.
 
El gran retorno de la geopolítica
 
Cada año el Festival de Geopolítica de Grenoble, organizado por Pascal Gauchon y Jean-Marc Huissoud, muestra cómo los intelectuales vuelven a interesarse por las cuestiones del poder y de la estrategia. Entre ellos cabe destacar nombres como los de Aymeric Chauprade, Pascal Boniface, el general Desportes, Christian Harbulot, François-Bernard Huyghe o el muy conocido Alain Soral, autores todos ellos de importantes libros.
 
Desenmascarando al «arte» contemporáneo
 
Un «“arte” contemporáneo» que tiene más… de un siglo. ¡Es más que centenario! Nació en torno a 1890 y campa por los museos desde el Urinario de Duchamp de 1917. Pero las críticas contra el «arte» contemporáneo son cada vez más numerosas y virulentas. Jean-Philippe Domecq anuncia que «el arte contemporáneo se ha terminado». Esos artistas sin arte son también criticados por Jean Clair, académico y ex director del Museo Picasso, en dos libros que acaba de publicar. Sin olvidar los argumentados ataques de Aude de Kerros (El arte escondido),de Christine Sourgins (Los delirios del arte contemporáneo), de Jean-Louis Harouel (La gran falsificación del arte contemporáneo) o de Alain Paucard (Manual de resistencia contra el arte contemporáneo).
 
La denuncia de las oligarquías
 
Hace diez años, a los dirigentes rusos más o menos mafiosos que se enriquecían sobre las ruinas de la difunta Unión Soviética se les denominaba los «oligarcas». Hoy, la crítica de las oligarquías ha saltado la barrera del antiguo Telón de Acero. Apóstol de la democracia directa, Yvan Blot publica La oligarquía en el poder. Se encuentra en compañía de Alain Cotta, quien denuncia El reino de las oligarquías,y de Hervé Kempf, que publica en la prestigiosa editorial Seuil ¡Basta de oligarquía! ¡Viva la democracia! Y hasta el liberal Vincent Bénard, director nada menos que del Instituto Hayek, denuncia los «oligarquismos». Un punto de vista que recoge desde otro punto de vista el antropólogo Paul Jaurion en El capitalismo en la agonía. Así, cinco autores, partiendo de cinco puntos de vista diferentes, convergen en la misma crítica. ¡Si uno estuviera en la piel de los oligarcas, tendría ciertamente motivos para preocuparse!
 
Las neurociencias contra la televisión y las nuevas pedagogías
 
Miles de estudios científicos han probado lo dañina que es la televisión para la salud (obesidad, enfermedades cardiovasculares), así como para el desarrollo intelectual sobre todo de los niños. Con TV Lobotomía, Michel Desmurget lo fundamenta de forma definitiva, golpeando en el corazón del instrumento central para el control de las mentes.
 
Las neurociencias también ofrecen argumentos cruciales contra las denominadas «nuevas pedagogías», cuyos estragos en la educación son objeto de constantes denuncias, en particular por parte de Laurent Lafforgue, titular de la medalla Fields.
 
Una fecunda efervescencia
 
Lo que sorprende en este nuevo panorama intelectual es la diversidad de quienes lo componen. Hay los ya establecidos y los marginados: los autores de editoriales como Gallimard y Seuil, y los que publican sus libros casi autoeditándolos. ¡Da igual! Unos y otros triunfan gracias, en particular, a Amazon.
 
Hay quienes vienen de la izquierda y el marxismo, y hay quienes se declaran reaccionarios. Hay liberales lúcidos y hay lectores de Krisis.[2] Hay católicos, laicos y panteístas. Hay quienes salen de treinta años de bien-pensancia y quienes luchan desde hace treinta años contra la bien-pensancia. Hay también todos los que no vienen de ningún sitio pero respetan los hechos.
 
El poder de los oligarcas y el orden políticamente correcto (mundialista, «antirracista», librecambista, desmantelador de las tradiciones) se hallan bajo un triple fuego: los movimientos populistas, la blogosfera disidente y los intelectuales que rompen con el Sistema.

¡Ojalá que los acontecimientos que se anuncian propicien la convergencia entre los tres!
 

© www.polemia.com


1 Neologismo con el que en Francia se denomina sarcásticamente la defensa de lo políticamente correcto. (N. del T.)
[2] Revista editada por Alain de Benoist, el fundador de la mal llamada Nueva Derecha.

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