Derecha nacional, social, moderna, democrática y monárquica

"En la unidad y en la diversidad" ha dicho en Navarra el próximo, inmediato, Rey de España y eso es lo que debe ser, una nación unida pero que acepte la pluralidad cultural y lingüística de los diferentes territorios, algo en lo que de ser necesario probablemente se deberá profundizar.

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Reciente el excelente artículo de Leddys Valdés aprovecho la oportunidad que me brinda este diario digital para manifestar el respeto y la adhesión a la Corona que simboliza y representa la unión histórica de una de las más grandes naciones del mundo.
“En la unidad y en la diversidad” ha dicho en Navarra el próximo, inmediato, Rey de España y eso es lo que debe ser, una nación unida pero que acepte la pluralidad cultural y lingüística de los diferentes territorios, algo en lo que de ser necesario probablemente se deberá profundizar.
También es cierto que en España falta un partido que represente a una nueva derecha social, moderna, contemporánea y democrática. Sabemos que hay grupúsculos y partidos minoritarios que, completamente alejados de la realidad social de nuestro país, pretenden llevarnos de nuevo a periodos completamente pasados, arcaicos y anacrónicos, en los que la tradición más vetusta impregne la vida privada y comunitaria. Destinados al fracaso porque, fundamentalmente, ya nadie quiere perder algunas o muchas de las libertades conquistadas, dificultan la creación de un proyecto alternativo al neoliberalismo popular y al “buenismo” socialista.
Por otra parte rojos y separatistas están de nuevo mareando la perdiz o mejor dicho ejerciendo la función histórica que han venido desempeñando en lo que a España se refiere: de grano en el culo. El poder de todos estos juntos no da más que para una ligera molestia que, cierto es, puede llegar a ser efervescente pero que con cuatro componendas y unas decenas de “containers” quemados ya estará resuelto.
Esa derecha nacional y social tiene que ser, sin duda alguna, democrática y aceptar la alternancia de partidos en el gobierno, de lo contrario corre el riesgo de ser escasamente representativa o de aupar al “tonto exaltado” de turno a la categoría de sátrapa autoritario con los correspondientes desaguisados humanitarios habituales en este tipo de aventuras históricas.
Y además monárquica, ¿por qué? Porque la Corona no solamente es un símbolo de unidad sino que también representa lo que queda de la aristocracia, de la nobleza y de la élite a la que una parte de los habitantes de la nación tienen derecho a pertenecer o como mínimo a aspirar a ser.
Necesitamos esa nueva derecha. Una derecha social que respete la dignidad del pueblo español y no lo convierta en objeto mercantil, que sea altamente institucionalista, ordenada y que dé cabida a una gran mayoría de los ciudadanos, defendiendo la identidad  (e identidades) de la nación así como ciertas libertades que forman ya parte adquirida y arraigada de la vida de muchas personas.
Tanto De Gaulle como Churchill podrían ser, actualizados, los referentes de esa nueva visión de España. Una visión aglutinadora, firme, orgullosa de su tradición y proyectada hacia el futuro junto a las demás naciones de Europa.
De lo que estoy escribiendo no existe nada parecido en España, empezando por el PP, un partido neoliberal y arbitrario en lo moral, VOX, un partido más neoliberal y más conservador en lo moral, y los diez o quince grupos tradicionalistas, a cual más carpetovetónico, que sí son derecha social en lo económico pero cuyas directrices morales nos llevarían de vuelta a la mantilla y al rigor mortis mundanal.
Empieza una nueva época con el rey Felipe VI a la cabeza y la izquierda chavista, populista y radical empezará a crecer y los PPSOE deambularán en la nada habitual.
Hay que prepararse. Unos pretenderán destruir, los otros mantener la poltrona.
Pero nosotros somos mayoría aunque necesitamos inteligencia, estrategia y un líder (si es mujer, mejor).

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