¿Existe un populismo de izquierdas? El caso de Podemos

¿Cómo ese Michéa que pone el dedo en la llaga al meter en el mismo saco a "Hayek y Foucault", puede no ver que Podemos es "Foucault" clavado?

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“¡Todo mi libro debe leerse como un apoyo la revolución cultural efectuada por Podemos y a los combates de los partidarios del decrecimiento!”
Así es como Jean-Claude Michéa —pensador francés desconocido en Estepaís y por el que profeso gran estima— se expresaba recientemente en una entrevista publicada por el periódico Libération y en la que se refería a su último libro Notre ennemi, le Capital. Es curioso constatar con qué deferencia los amigos del Capital acogen el pensamiento iconoclasta, antisistema, de Jean-Claude Michéa, quien, lejos de inclinarse ante ellos, aprovecha la ocasión, como lo hacía en esta entrevista, para lanzar envenenados dardos contra el espíritu liberal-libertario que encarna dicho periódico.
La razón más probable de semejante acogida sea sin duda… también la más estúpida: ¡pese a todo, es de la “izquierda” de donde procede Michéa, deben de decirse los pijos progres de las redacciones! Sea lo que sea, lo cierto es que toda esa deferencia mediática no deja de recordar la que los grandes medios de comunicación españoles concedieron y conceden a Podemos; una deferencia sin la cual nunca el partido de nuestros jóvenes izquierdistas habría salido, en tan pocos meses, de la nada en la que estaba hasta llegar a las puertas (aún cerradas) del poder.
Pero ahí se acaba la comparación: cualesquiera que sean las ilusiones que Michéa se hace respecto a Podemos, no hay, en efecto, ninguna relación entre la ideología de este partido y el pensamiento de quien ha puesto de manifiesto la relación íntima que une al liberalismo de “derechas” (el capitalismo, en su dimensión económica) y el libertarismo de “izquierdas” (el mismo capitalismo en su ámbito societal)”.[1] ¿Cómo Michéa, ese gran demoledor del nihilismo libertarista que lo desarraiga todo a su paso, puede aplaudir la “revolución cultural” efectuada por quienes sólo sueñan con disolver los restos de identidad nacional que aún pueden pervivir en España, al tiempo que luchan por liberar a las mujeres que, según ellos, siguen sometidas a la opresión patriarcal? ¿Qué hay de admirable en esos partidarios de la teoría de género que apoyan las reivindicaciones de las asociaciones de lesbianas, gays, transexuales y transgénero, sin olvidar —es finalmente lo más importante— que si llegaran un día al poder, los podemitas no se limitarían a facilitar la vida de la oligarquía salvaguardando la invasión migratoria que sufren nuestros pueblos: adoran tanto la disolución “multicultural” que serían perfectamente capaces de organizar puentes aéreos para ir a buscar directamente a los migrantes en sus propios países.
¿Cómo ese Michéa que pone el dedo en la llaga al meter en el mismo saco a “Hayek y Foucault”, puede no ver que Podemos es “Foucault” clavado? Sin duda no lo ve porque si, en el plano societal, Podemos cae de lleno en el fango nihilista, no ocurre igual en el plano económico. Ahí, es cierto, su libertarismo no se confunde para nada con el liberalismo, pues son más que evidentes las posturas anticapitalistas de Podemos —al menos en teoría, ya que quedan abiertas mil preguntas más.
Hay, en últimas, dos grandes frentes en la lucha del pueblo contra las élites de la oligarquía: el frente societal o cultural, y el económico. Cuando se olvida, en el caso de quienes son calificados a veces de “populistas de izquierdas”, la degeneración nihilista que les marca en materia de invasión migratoria, de desagregación sexual, de negación de la identidad nacional…; cuando sólo se retienen sus “buenas intenciones” en el plano económico, ello equivale a considerar que de estos dos frentes —y ahí no pienso solamente en Michéa— hay uno que se impone resueltamente sobre el otro. Ello equivale a considerar, en una palabra, que el dinero y la pitanza siguen siendo las claves del mundo: su “infraestructura”, como la llaman desde siempre los marxistas —clave o infraestructura, por lo demás, que ningún liberal-capitalista podría nunca en duda.
© Boulevard Voltaire.
Traducción efectuada por el propio autor.
 


[1] “Societal”… Sí, ya sé, esa palabreja. Pero el galicismo, aparte de que el artículo ha sido publicado originalmente en francés, se justifica. Una cosa es “lo social” (por ejemplo, las condiciones de trabajo, de vivienda…) y otra “lo societal” (la manera, por ejemplo, de vivir la sexualidad, o de entender la familia, la escuela, etc.). Así, una manifestación política o por reivindicaciones laborales es un hecho social. Una manifestación del “Orgullo gay” o contra el matrimonio así denominado constituye, en cambio, un hecho societal.

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