Nos olvidamos de lo que "trump" significa en inglés

De "Bienvenido, Mister Marshall" a "Bienvenido, Mister Trump"

Han vuelto a jugárnosla, nos la han vuelto a meter. Sin vaselina. Con 59 misiles Tomahawk lanzados sobre la Siria que lucha contra el terror islámico.

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Han vuelto a jugárnosla, nos la han vuelto a meter. Sin vaselina. Con 59 misiles Tomahawk lanzados sobre la Siria que lucha contra el terror islámico: ese terror cuya organización denominada Daesh fue en su día propiciada o auspiciada (seamos clementes: supongamos que el genio sólo se salió de la botella y se les fue de las manos) por la potencia que ahora bombardea. Nos la han vuelto a meter con los 59 misiles lanzados —esta vez sin niños muertos que fotografiar— contra la Siria cuyo combate había prometido sostener el presidente que honra de tal modo lo que su apellido significa.
59 misiles han acabado con nuestras ilusiones, con las de todos los “deplorables”, más deplorables hoy que nunca. 59 “hermosos misiles”…: así los calificaba, exultante, el comentarista de uno de esos medios estadounidenses que, al igual que todo el establishment mundial, se deshacen hoy en ditirámbicos elogios al Trump que ayer perseguían. 59 hermosos misiles han acabado con la esperanza de los deplorables. Poco habrá durado: sólo cinco meses, casi día por día, del 8 de noviembre de 2016 al 7 de abril de 2017. Una esperanza amortiguada, es cierto, por el desconfiado asombro que producía la envergadura de lo prometido. Parecía difícil creer que tanta dicha fuera posible. Pero nos lo creímos, vaya si nos los creímos. Dejémonos de tonterías y de contorsiones retóricas. Dejemos de darle mil vueltas a la perdiz intentando justificar lo injustificable. Envainémosla y ya está. Salvo detalles de fachada, aquí no habrá ni nuevo orden mundial, ni nuevo orden cultural, ni probablemente (¿en qué han acabado las medidas que los jueces le tumbaron a Trump?) nuevo orden migratorio.
Hace sesenta años, mientras eran extirpados los últimos restos de la España de don Quijote, el genio de Berlanga llamó a nuestras ilusiones modernistas “Míster Marshall”.  Nunca llegaron las dádivas de éste, pero sí llegó, sí triunfó, su espíritu, su mundo. Sesenta años después, otra ilusión —e ilusión antagónica con la anterior— ha recibido durante cinco meses el nombre de “Mister Trump”. Esperemos que llegue algún día —no desde el otro lado del Atlántico, sino desde las orillas del Mediterráneo— lo que, anunciado por Donald Trump, tanto había ilusionado a los deplorables.
Todo ello… salvo si se cumpliera la rocambolesca hipótesis que barajan algunos empecinados optimistas. Según éstos, los 59 hermosos misiles podrían no ser sino un golpe maestro destinado a contener y engatusar a los halcones —en realidad, al conjunto del Estado y de las fuerzas políticas y mediáticas— para, una vez tranquilos y confiados ellos, tener la fuerza necesaria para aplicar la política por la que Donald Trump fue elegido presidente de EE. UU.
Si quieren ustedes seguir haciéndose ilusiones, les dejo, amigos, con la anterior hipótesis.

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