La CMT ya no es lo que era

Compartir en:

Reinaldo Rodríguez, presidente de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, rompía en febrero de 2006 el clásico discurso justificatorio de la regulación en este mercado al afirmar que la función de la CMT no tenía nada que ver con la defensa de los derechos de los consumidores y usuarios.  

Desde los tiempos de Arias-Salgado (ministro de Fomento), Pedro de Torres (primer presidente de Retevisión S. A.) o Vázquez Quintana (primer presidente de esta misma CMT), se venía creyendo que el proceso de liberalización de las telecomunicaciones -iniciado en España con una fe neo-liberal sólo eclipsada por el Reino Unido- tenía como objetivos nítidos la creación de empleo y la mejora en términos de calidad y precio de los servicios que la vieja Telefónica venía ofreciendo a las sufridas víctimas de su monopolio.

El espejismo del empleo no tardó en desvanecerse. Lo del interés y preocupación por los usuarios ha durado hasta que Reinaldo Rodríguez decidió sacarnos de nuestro ensueño hace unas semanas. 

No son los derechos de los usuarios sino “la competencia” lo que desvela al regulador de las telecos. Obsérvese que esta hipóstasis de “la competencia” supone la total perversión del ideario liberalizador original, que buscaba el beneficio de los usuarios a través de los efectos benéficos de la competencia, y no directamente a las empresas que conforman tal competencia a costa de los derechos y expectativas de los ciudadanos.

Bien mirado, la nueva filosofía regulatoria auspiciada por el presidente de la CMT parece corresponderse mejor con la realidad que aquellos cantos de sirena de los años 1997 y 1998, donde todo era posible en telecomunicaciones con sólo mentar la bajada de las tarifas del servicio. Ahora podemos comenzar a entender el por qué de aquellas multas multimillonarias soportadas por Telefónica al intentar trasladar descuentos y reducciones a las facturas de sus clientes. A fin de cuentas, esos descuentos suponían un claro beneficio para los usuarios, destinatarios finales de las bondades asociadas al esfuerzo liberalizador. Hoy sabemos que, al tiempo de beneficiar a los usuarios, esas políticas de descuentos del operador dominante perjudicaban a la competencia, a las estrategias de precios diseñadas por las empresas de la competencia. Y sabemos también, gracias a las revelaciones del presidente de la CMT, que el beneficio de las empresas competidoras de Telefónica es el norte que guía a todo nuestro sistema regulador.  

Por este motivo, las asociaciones de consumidores y usuarios comienzan a desconfiar de las verdaderas intenciones de quien siempre habían considerado como un sincero aliado en su lucha por la mejora de la calidad de los servicios.  

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar