Mujer contra mujer

Lo del jueves fue sonrojante.

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Eso decía Ana Torroja en una bonita canción. Su letra sí que era feminista en el mejor sentido de la palabra.
 Lo del jueves fue sonrojante. Se necesitaría la pluma de Quevedo o de Oscar Wilde para describirlo. Yo debería ponerle el capuchón. Si ya me lo decía mi madre: «Hijo, que no hay que contarlo todo». Ya, ya, mamá, pero hay cosas que sulfuran por muy taoísta que uno sea. Tú, coreada por todas las mujeres de mi entorno, me enseñaste, de niño, a no meter las narices en el gineceo y a esa norma me he atenido siempre, pero los comentarios suscitados por el masculinicidio del 8–M en los medios de comunicación, incluyendo éste [no El Manifiesto, sino El Mundo. N.d.R.], me constriñen a hacerlo. Valga sólo un ejemplo. Titular aparecido en El Mundo al día siguiente de la carnavalada: «Ni un contenedor quemaron... Mujeres tenían que ser». ¡Caramba! Eso sí que es sexismo. Ya puestos, podían haber matizado el notición diciendo que tampoco se produjo ningún asesinato. Confío en que Paco Rosell me perdone este mínimo acto de insubordinación. De sobra sé que perro no come perro, y menos aún si es de la misma camada, pero la cuasi unanimidad de mis colegas en ese mester de servidumbres que es ahora el periodismo y la babosería de los sermones lanzados desde sus púlpitos tienen la mala virtud de avergonzarme. El titular mencionado fue la penúltima gota de agua en el caño de mi rubor. La última llegó pocos minutos después. Una mano blanca, aunque no inocente, me remitió una de esas fotos que son capaces de poner colorado a un oso polar. En ella se ve la efigie de Federico García Lorca sita en la madrileña plaza de Santa Ana revestida con un delantal, una escoba y un plumero. Fantástico, ¿no? Uno de los más claros varones de nuestra literatura convertido en señora de la limpieza –todo un ascenso– por alguna capitana Araña de las que el jueves se las apañaron para colectivizar la condición femenina y transformar una grillera de alegres comadres en ideología, politiqueo, sectarismo, sindicalismo, podemismo, partidismo, republicanismo, hembrismo y agitprop de quienes quieren conquistar con pancartas el poder que las urnas les niegan. ¡Hale! ¡Cientos de miles de mujeres convertidas en tontas útiles y los muñidores de semejante escarnio tan felices ellos con su lacito de pescadores de agua turbia o de oportunistas a pitón pasado! Bonito lamparón en la solapa. ¿Qué tal si llevamos la chaqueta al tinte?

© El Mundo

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