Muerte o muerte

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Están afincados como ciudadanos de pleno derecho en todos los países de occidente, estudian en nuestras escuelas y universidades, votan en las elecciones, forman sus familias como personas normales, trabajan y se integran (más bien se mimetizan) en el entorno democrático de nuestra civilización. Tienen financiación ilimitada; las mismas satrapías medievales que nadan en petróleo y patrocinan a nuestros equipos de fútbol pagan sus armas e infraestructura operativa; sus imanes les prometen el paraíso si se inmolan después de haber asesinado a cuantos más "infieles" mejor; sus viudas e hijos serán honrados como descendientes de mártires; no tienen miedo a morir reventados por un chaleco explosivo, no sienten el menor respeto por la ley ni tienen en mínimo aprecio la vida humana; para ellos, cortar el cuello a un chaval que se divierte en una discoteca es un acto de Dios, de justicia y santidad. Son la fuerza de choque de una religión brutal, anclada en el siglo VI; son los ángeles en la tierra de un dios sanguinario que nos quiere muertos y se complace en nuestra sangre y nuestro sufrimiento. Lo quieren todo, y a nosotros descuartizados bajo tierra. Prefieren morir a dejar de matarnos. Son millones, muchos millones, y nunca van a detenerse.

Yo sólo veo una solución: reseteo total.

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