¿Cómo que no ha cambiado nada en Cataluña?

Hay futuro.

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Si en la primavera de 2006, cuando nació Ciutadans, alguien hubiese vaticinado a los jerarcas de CiU, PSC, IU-LV y ERC que una década más tarde, en circunstancias históricas determinadas por el debate frontal entre independentismo/constitucionalismo, este minúsculo partido antinacionalista iba a ser el ganador de las elecciones en Cataluña, el más votado con diferencia, dichos prebostes habrían mirado al augur con la misma suficiencia y desprecio con que entonces observaban a Cs. “Usted sueña o usted está trastornado como Boadella”, le habrían dicho.

Si hace dos años, en plena eclosión separatista, cuando las manifestaciones patrióticas en favor de una Cataluña independiente reunían a furibundas multitudes (aquel “un solo pueblo” que arrasaba en las calles), se hubiese pronosticado a los gurús de ANC y Omniun que las elecciones de 2017 serían convocadas por Mariano Rajoy, con algunos intocables del independentismo encarcelados, otros procesados y  el “President” y varios de sus consejeros fugados de la justicia española, y que en dichas elecciones (con masiva participación) el voto no-separatista los superaría en 170.000 electores, y que encima las iba a ganar Ciudadanos… Se habrían reído con la misma irresponsable arrogancia que han demostrado a lo largo de todo el siniestro “procés”.

Si después de las oleadas sentimentales de odio a España, avivadas por la propaganda masiva de TV3, Catalunya Ràdio y el innúmero de medios separatistas subvencionados… Tras la reiteración hasta la náusea del discurso histérico sobre la “represión” del 1-O, los “presos políticos”, el “President” en el “exilio”, la actuación de “las fuerzas de ocupación”, la “venganza de la justicia española” contra los sediciosos, los pastelosos mensajes de Junqueras y sus socios desde Estremera… Si a pesar de tantas toneladas de basura emocional, el resultado de las elecciones (“plebiscito” para los separatistas), ha otorgado mayoría de votos a las fuerzas no-independentistas, ese fenómeno sólo tiene una lectura razonable: el independentismo ha dado de sí todo lo que puede, ha ido hasta el final, con todas las consecuencias, y aparte de no haber conseguido NADA ha colocado a su más odiada némesis, Ciudadanos, como el partido mayoritario; absolutamente mayoritario en la Cataluña urbana, moderna y europeísta.

Otra cosa, lógicamente, son los pactos poselectorales que permitirán una coalición mayoritaria de partidarios de la secesión en el Parlamento de Cataluña. Pero también es verdad (una verdad hiriente para el separatismo), que una cosa son los números y otra la facilidad para sumarlos. El bando “indepe” es ahora mismo un circo en precario, cada día con menos público, los leones famélicos y el director de pista fugado con las llaves de la caja fuerte. A ver cómo se ponen de acuerdo para NO repetir las mismas piruetas que condujeron a la aplicación del art. 155 de la Constitución Española, a las recientes elecciones y al éxito (histórico) de Inés Arrimadas.

El próximo espectáculo: observarlos mientras se ellos se miran con desconfianza, ese rencor profundo que sólo se destila con terrible pureza en las buenas familias mal avenidas.

¿Cómo que nada ha cambiado en Cataluña? Cataluña, en muy poco tiempo, ha cambiado muchísimo. Todo ha empezado a cambiar porque el independentismo se ha quedado sin futuro.

 Hay futuro.

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