La tarea de la disidencia europea

Por una revolución cultural

La red es experta en nivelar todo hacia abajo. En crear virtualmente la disidencia y manipular una pretendida "contracultura". La única disidencia real es aquella que disiente con pautas culturales que puedan producir una Revolución Cultural.

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Recuerdo haber escrito, hace ya bastante tiempo, la siguiente frase en un artículo que se publicó en El Manifiesto: “La gente actúa según sus pautas culturales”. Esta obviedad, que sin embargo ha dado lugar a tantos kilómetros de tinta, es la clave de nuestro tiempo. Todos estamos dentro de esa situación.

“Argentina se hizo mirando y copiando a Europa”, es una frase que se suele decir pero: ¿Qué otra cosa podían hacer unos europeos emigrados? Mirar a Europa, era en aquellos tiempos no perder la cultura original. No perder de vista a Roma, por decirlo así. Aún en sus peores crisis, Europa mantenía sus elites, se renovaba a veces de un modo curioso: asesinándose. Sabíamos que algún día se acabaría. Quizá por eso algunos de nuestros gobernantes, trataban que Argentina fuera: “Más europea que Europa”. Todo esto es pasado, naturalmente.

Las pautas culturales son “transversales”. Los que se dicen anti-sistema actúan, salvo honrosas y escasas excepciones, con las mismas pautas de conducta que cualquier otro engranaje del sistema. No se necesita ser Gramsci o Mao, para darse cuenta que poco o nada podrá hacerse sin una Revolución Cultural. Es posible que algunos sectores se estén dando cuenta de eso. De allí las infinitas y enardecidas discusiones que suelen darse sobre temas raciales, históricos, religiosos, etc. entre los que se llaman a sí mismos disidentes, muchas veces sin serlo en absoluto.

La única disidencia real es aquella que disiente con pautas culturales que puedan producir una Revolución Cultural. Si escucho la música del sistema, adopto los ídolos del sistema, poco haré contra del sistema. La red es experta en nivelar todo hacia abajo. En crear virtualmente la disidencia y manipular una pretendida “contracultura”. Un hombre culto no es el más lector, aunque sea bueno leer, sino aquel que comprende con sentido común los distintos planos de la realidad y actúa según las leyes naturales. Un campesino que conocía la naturaleza y actuaba según esa comprensión, era un hombre culto. Los libros también puede destruir la cultura, en especial cuando se trata de un solo libro.

Tender hacia lo permanente y elevado, es la única revolución posible. Europa ha sido muchas cosas a través del tiempo, todos tenemos una opinión distinta sobre cuáles son, entre esas cosas las que la están llevando a su fin. Los que decimos querer evitar ese final, solemos no tener la misma cultura y eso nos neutraliza. Lo que salvará a Europa, lo encontraremos donde nadie espera que esté. Allí debemos buscarlo, con imaginación, voluntad y constancia.

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