Locas, encoñadas y desarraigadas

Hace unos días le recomendaron a servidor ver una película titulada "La masai blanca", la cual, basada en una historia real...

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Hace unos días le recomendaron a servidor ver una película titulada 
La masai blanca, basada en una historia real acerca de una mujer alemana que, estando de viaje en Kenia con su novio teutón y habiendo conocido a un masai que baila para los turistas, deja plantado al novio en el aeropuerto, a punto de subir al avión, para reencontrase con el local.

Se va la Frau a vivir a una tribu en la Kenia profunda, se casa con el masai y entra con dificultad en la cultura de él.

Al final se cansa, decide que aquello no es para ella y regresa a Europa con un niño mulatito por "mochila".

La película enfoca a esta señora en una posición épica: primero lo deja todo por amor, luego se adapta a la cultura local, después lucha contra esa misma cultura y, al final, en una muestra de afirmación de los derechos de la mujer, toma las de Villadiego de vuelta a su casa.

Mujer triplemente heroica: primero, por anteponer el amor a todo; segundo, por adaptarse a un cultura mucho más primitiva que la suya; tercero, por no dejarse avasallar por el machismo local y, finalmente, por escapar de allí «no sin mi hijo».

Ya son muchas las historias de este tipo llevadas a la literatura y al cine, en todas las cuales se ensalza el coraje de estas mujeres. Es todo un género literario/cinematográfico.

¿Se haría cargo el Welfare State alemán de esta mujer y de su hijo una vez de vuelta a la patria?

Por cierto, ¿no tendría derecho el padre a la custodia compartida, o al menos a fines de semana?

¿Cuántas mujeres europeas se están quedando preñadas de africanos? ¿Cuántas reciben subvenciones? Porque, claro..., como es lógico, el padre de la criatura casi siempre desaparece. Y cuando no lo hace, en muchos casos, los servicios sociales tienen que hacerse cargo de la mujer, del niño y también del maromo de ébano. 

Los varones europeos parecen tener un poco más de sensatez cuando viajan al Tercer Mundo: tienen relaciones con las locales y luego se piran. Es rarísimo que alguno cometa la torpeza de quedarse allí, excepto algunos idiotas, como el de la comedia argentina Papá se volvió loco. Y si alguno comete la torpeza aún mayor de traerse a la exótica criatura a su país, no tarda en pagar el timo: ellas les suelen sacar la pasta vía divorcio en cuestión de no más de tres años. Pero, al menos, nunca le cuestan dinero al erario público. 

Otra gran diferencia es que este tipo de hombres son siempre tratados por la opinión pública y por los medios —y con razón— o bien de turistas sexuales, o bien de oligofrénicos (como en la susodicha película argentina), o bien de patéticos cornudos y apaleados, cuando son víctimas del feroz divorcio al que les somete su ave de otro mundo, pero nunca son glorificados, como sucede en el caso de las féminas. Qué curioso.

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