El Belén y la indigencia moral (Cuento navideño)

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¿Sonríen encantados porque piensan que les voy a relatar una bella historia de Navidad, pero les sorprende un tanto el título? Pues la denominación no va errada, navideña es la anécdota y hermoso el que tanto ustedes como servidora, estemos dispuestos a vocear, a pregonar y a escupir de nuestras bocas las inmundicias espirituales que protagonizan, desde el anonimato cobarde y vergonzante, este relato.
 
¿Que les interesa conocer los intríngulis que han dado lugar a mi arrebato de furor? De inmediato. Fue por algo que leí en el diario Sur de Málaga, en la sección de “cartas de los lectores”. Ya saben, ese tipo de espacios periodísticos con los que se desayunan los políticos para realizar un conato de acercamiento al populacho y enterarse del por qué del disgusto de los ciudadanos. ¿Que si esas secciones son un tipo de encuestas en plan cutrecillo? Vale. Sí lo son. Pero al menos es un lugar donde quejarse y lanzar alguna que otra fulminación y, encima, con la esperanza de que, tal vez, un menganillo electo la lea y se de por aludido. ¿Que diga de una puta vez lo que leí? Pues fue la carta de un empleado del Hospital Carlos Haya, en la que se quejaba de forma amarga sobre el hecho increíble de que, por primera vez en la historia del complejo hospitalario, no han montado el Belén con su Misterio. Sí, ese que esperaban con ilusión los pacientes y los familiares y que reconfortaba los espíritus doloridos de los enfermos con el calorcillo de la Carita Divina del Niño Dios.
 
Resulta que algún pedazo de cabrón, cobarde y entreguista, ha ordenado no montar el Nacimiento “PARA NO HERIR SENSIBILIDADES”. Y me pregunto yo, Nuria Van den Berghe, con DNI 45270456Z y vecina del Palo de Málaga para lo que gusten mandar, me pregunto qué especie de mandril rijoso, hijo de la gran puta, puede “sentirse herido” por la representación bella, exquisita, estéticamente deslumbrante, de algo tan alegre y bueno como es un Belén. Nacimiento recreado por los mayores genios de la pintura de la Humanidad, por su simbolismo que es un canto a la paz y a la esperanza y que ha merecido, por sus componentes espiritual y estético, ser plasmado por los grandes maestros del arte y venerado por cientos de millones de criaturas. Como ven, el integrismo y el fanatismo, la indigencia moral y la basura hedionda de la cobardía y del baboserío más repugnante, pueden asomar los cuernos por cualquier esquina de nuestra realidad cotidiana. “Para no herir sensibilidades”. En Málaga, Hospital Carlos Haya, Occidente, es decir, ali oli de Filosofía Griega, Derecho Romano, Humanismo Cristiano y los más espectaculares avances científicos y tecnológicos de la Historia de la Humanidad. Y la boñiga apestosa de cabra con fiebre aftosa que ha prohibido una representación de nuestra cultura, que son nuestras raíces, que es tradición hermosa, riqueza histórica y patrimonio irrenunciable, esa auténtica mierda “teme herir sensibilidades”. ¿De quién o quiénes y de dónde y cuándo?
 
Por cierto, si me quieren buscar me desayuno cada día, al alba, en la cafetería de las cuatro esquinas, con la España que madruga, yo soy la rifeña renegrida y gurrumina que se aplica sobre sus tareas de ruso, que no me confundan con otro muchacho que es inglés y estudia español, ni con uno que oposita y bebe el café en vaso largo. Aunque tampoco hace falta que vayan en mi busca, nos vemos en el Juzgado, porque estoy tramando una denuncia por sentirme víctima de un delito contra los sentimientos religiosos, mujer maltratada por violencia anticristiana, vejada e injuriada. ¿Qué musitan? ¿Que más he largado yo contra el fulano que ha prohibido el belén? Sí. Pero yo lo he hecho como respuesta a la provocación y en legítima defensa. Si no nos defendemos y reaccionamos, nos machacan, nos comen, nos hacen desaparecer, borran nuestra cultura con la punta de sus inmundos atributos varoniles y nos sodomizan moralmente, es decir, que nos porculean. “Los otros” han comenzado a atacar y a tratar de matarnos las raíces del alma y la memoria del corazón. Les juro por mis muertos, que cuando leí la carta dolorida del empleado del Carlos Haya, la desolación de los enfermos y de las familias ante una Navidad proscrita, ante el robo de lo que es “como Dios manda”, porque Dios manda sobre todo lo bueno y lo bello del Universo, y un Nacimiento es bueno, es bello y es “nuestro”; joder, les juro que me entró un helor, un frío malo, de panteón sin airear, lo que se siente cuando te disparan, que es un golpe fuerte y el dolor que viene después, lacerante, que te saca gemidos aunque no quieras…
 
¿Que qué tiene esta historia de cuento de Navidad? Mucho. “Había una vez un empleado de Carlos Haya, que escribió una carta de lágrimas a un periódico y esa carta hizo sonreír a una Carita Divina, porque, en esa carta y en esta historia hay un inmenso , un inenarrable amor…”.

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