En 1492 los Reyes Católicos concluían

Dos de enero: día de la Toma de Granada

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Dos de enero, día de la Toma de Granada. Saldrán a la calle algunos miles de granadinos para celebrar que en 1492 su ciudad volvió a ser territorio libre, parte de un proyecto inmenso y  una cultura única: la española. Por desgracia, de nuevo saldrán a la calle algunas decenas de indigentes ideológicos a reivindicar la supuesta grandeza de al-Andalus y la lucha contra todo lo que huela a España.
 
Es una fecha importante porque ese día se culminó la obra de los Reyes Católicos, la reconstrucción de España. Sobran las consideraciones sobre la bondad o no de los reinos árabes en la vieja Hispania; lo cierto es que si no se hubieran producido las Capitulaciones de Granada (absolutamente favorables a los musulmanes gracias a la intermediación de Doña Ysabel de Castilla), hoy Granada estaría a la altura de Marruecos, Argelia y Túnez. Y, por supuesto, España no habría descubierto América porque no habría podido desentenderse de una guerra que estaba ganada cuando le dieron el dinero a Colón. Un estudio algo detallado puede encontrar virtud en los nazaríes, que fueron los últimos y por tanto los más cristianizados por mero contacto político y cultural con el resto de la península, pero jamás podrá encontrar un atisbo de civilización en los genocidas almohades. Sin ir más lejos, la obra señera de al-Andalus (que era la España mora, no Tartessos ni Vandalia ni la Bética), la Alhambra, es una construcción hecha por los nazaríes que huían de los almohades.
 
Pues bien, los que en la Fiesta de la Toma se dedicarán a intentar reventar el acto popular serán quienes, tras mucho circunloquio georgista y decimonónico, lo que quieren es que Granada sea parte de una resaca moderna de los almohades: Andalucía. Un absurdo inventado por Javier de Burgos y que no ha traído más que desgracias a esta tierra. Una de esas boutades que hacen los políticos para hacer como que hacen algo y que a la postre, con esa tecnocracia pasado por romanticismo faralaes, sirve de excusa para que los andalusistas llamen a refundar la grandeza almohade incorporando entre sus tierras estas que son nuestras. No debe serles muy difícil, tan idiotas somos que hasta hemos cedido en los colores de la bandera de la Junta de Andalucía y se le han puesto los del estandarte almohade.
 
A los del norte, a los vascos, aragoneses, catalanes, gallegos, asturianos, cántabros o navarros, les resulta muy fácil ser antiespañoles. Allí no hay nada en duda, no se discute la naturaleza identitaria de su tierra ni los genes culturales de su historia. Pero en Granada es vital. Si no es España, es Marruecos. Y ceder en la andalucización -que es aquí es islamización, aunque en la verdadera, la occidental, no lo sea- es ceder espacio para la batalla de las ideas.
 
El dos de enero hay que estar en Granada y hay que celebrar la Toma. Es un acto de justicia histórica equiparable a la celebración del 4 de julio estadounidense o del 14 de julio francés. Granada, sustancia isabelina e hija de Castilla, se lo merece.

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