"La cruzada del océano", de José Javier Esparza

El libro que faltaba sobre la conquista de América

"En poco más de 50 años, entre 1492 y 1545, España descubrió, exploró, conquistó y en buena parte pobló un territorio veinte veces mayor que la península ibérica. En poco más de medio siglo, España abrió al conocimiento occidental un continente nuevo y dos océanos, hasta las islas del Pacífico. En poco más de 50 años, un país de en torno a cinco millones de habitantes, que además mantenía una guerra en Europa y otra en las costas africanas, había derrotado a dos poderosos imperios autóctonos en América."

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El descubrimiento y conquista de América es uno de los episodios más trascendentales de la historia universal. Sin duda, la mayor aportación histórica de España. La bibliografía es abundantísima. Lo que no había en la producción reciente era un libro que, en un solo volumen, explicara el proceso desde su inicio hasta su consumación, paso a paso, sin dejarse nada y con espíritu divulgativo. Ese libro ya existe: se llama
La cruzada del océano, lo ha escrito José Javier Esparza y lo ha editado La Esfera de los Libros. Una obra sencillamente impresionante.
La cruzada del océano es impresionante porque su tema lo es. El libro se abre con un párrafo que lo sintetiza todo: “En poco más de 50 años, entre 1492 y 1545, España descubrió, exploró, conquistó y en buena parte pobló un territorio veinte veces mayor que la península ibérica. En poco más de medio siglo, España abrió al conocimiento occidental un continente nuevo y dos océanos, hasta las islas del Pacífico. En poco más de 50 años, un país de en torno a cinco millones de habitantes, que además mantenía una guerra en Europa y otra en las costas africanas, había derrotado a dos poderosos imperios autóctonos en América. En poco más de 50 años, España creó el más longevo de los imperios ultramarinos y lo mantuvo durante casi tres siglos frente al permanente acoso de Francia e Inglaterra”. Vale la pena releer el párrafo para darse cuenta de la enormidad del episodio. Nunca nadie había hecho nada igual.
La mayor hazaña de todos los tiempos
Esparza no necesita abundar en tonos épicos porque basta la mera exposición neutra de los hechos. Desde el viaje inaugural de Colón hasta la consolidación de las grandes rutas americanas, pasando por las proezas de Ojeda, Núñez de Balboa, Cabeza de Vaca, Cortés, Pizarro, Jiménez de Quesada y tantos otros, La cruzada del océano nos abre una trepidante sucesión de aventuras que literalmente quita el aliento. Con frecuencia la narración adopta el tono de un reportaje que nos mete en Tenochtitlán o en Cuzco para transmitirnos los colores y los olores de aquel mundo que ningún europeo había pisado jamás. Muchas veces todo lo que va sucediendo en esta historia configura una atmósfera alucinada, como de novela de caballerías, y eso da pie al autor para introducirse en el mundo mental de los conquistadores (y las conquistadoras, que también las hubo, y muy notables) sin que el ritmo de la narración retroceda un ápice. Encontrar todo eso en un solo volumen es un verdadero regalo para el aficionado a la Historia.
¿Puntos fuertes del libro? El primero, como es costumbre en Esparza, la claridad y la amenidad: se entiende todo y se lee sin respirar. El segundo, la voluntad de comprender: La cruzada del océano se esfuerza por explicar el por qué de las cosas, las razones que movían a los conquistadores y a los conquistados. El tercero, la variedad de enfoques: los aspectos económicos, políticos, religiosos, psicológicos y científicos de esta enorme hazaña van apareciendo aquí y allá como pinceladas que dan forma al cuadro desde distintas perspectivas. Y hay un cuarto punto que quizá sea el decisivo, a saber: la reivindicación de lo que verdaderamente hace único el episodio americano, que no es sólo la proeza náutica y bélica, sino todos los rasgos civilizatorios que la conquista trajo consigo. Otro párrafo del autor:
“Nunca antes una potencia vencedora había prohibido esclavizar a los vencidos; España lo prohibió. Nunca antes una potencia vencedora había sometido a examen moral la legitimidad de sus conquistas; España la sometió. Nunca antes una potencia vencedora había trasladado sus conocimientos a las lenguas autóctonas de los vencidos; España los trasladó. Todas esas cosas no se hicieron por prurito humanista, sino por razones religiosas: la conquista de América quiso ser, ante todo, una obra de expansión de la fe cristiana, tal y como estas cosas se entendían en los siglos XV y XVI”.
Es verdad: el descubrimiento forzó a los españoles a una intensa tarea de “digestión espiritual” que planteó por primera vez la peliaguda cuestión de los derechos de los vencidos. De ahí salió algo que era enteramente nuevo en la Historia: la prohibición de esclavizar a los indígenas, las Leyes de Indias, el debate sobre la legitimidad moral de la conquista en la Controversia de Valladolid y, al cabo, el embrión de lo que hoy conocemos como “derechos humanos”.
Esto es importante porque la conquista de América, por mor de lo políticamente correcto, suele contarse hoy como un simple genocidio. Pero Esparza entra a saco en el argumento, repasa las denuncias, examina las matanzas –a veces con un exceso de crudeza que tal vez hiera al lector más sensible–, arroja sobre la mesa datos científicos, demográficos, médicos y arqueológicos, reconstruye los escenarios y nos deja una conclusión irrefutable, a saber: nada de genocidio. Hubo una mortalidad superlativa, sí. Entre los indios, por supuesto, pero también entre los españoles. ¿Por las guerras? Apenas. ¿Por las condiciones de trabajo impuestas por los españoles a los indios? Más, sí, pero tampoco es la causa fundamental. ¿Entonces? La respuesta es médica: los virus. La conquista de América representa el primer gran choque vírico de la Historia, mayor incluso que las primeras oleadas asiáticas en tierra europea. La bibliografía aportada al respecto –buena parte de ella, hispanoamericana– no deja lugar a dudas.
Esa es la verdad sobre el supuesto “genocidio”, y Esparza la afronta al mismo paso que otras verdades bastante alejadas de los tópicos dominantes. La búsqueda de Eldorado, la piratería inglesa, el papel de la Inquisición, el rol de las mujeres en la conquista, el mestizaje con los indígenas o la supuesta exclusión de los catalanes en la empresa de Indias son otros de los asuntos que aquí cobran una perspectiva nueva. Y como La cruzada del océano no es un ensayo, sino una historia en el viejo y decente espíritu del género divulgativo, todo eso va apareciendo entre huracanes en La Española, enigmáticas damas indígenas en Cofitachequi, barcos que se hunden con el maderamen carcomido por los parásitos, embajadores tlaxcaltecas desollados por orden de Moctezuma, bosques de árboles venenosos en el Tucumán, intérpretes que juegan a espías en la corte de Atahualpa… La mayor aventura de todos los tiempos.
En términos metodológicos, La cruzada del océano tiene una gran virtud y es que supera la mayor parte de los moldes vigentes: supera (e integra) la interpretación materialista, supera (e integra) la interpretación confesional, supera (e integra) la interpretación indigenista… También, por supuesto, supera el ramplón enfoque nacionalista, porque es verdad que al autor no se le cae la palabra “España” de la boca en las seiscientas páginas y pico que tiene esta obra, pero huye de las leyendas rosa con la misma premura con que huye de la leyenda negra. Todo eso da al libro un tono muy actual, muy apto para espíritus que han dejado atrás los viejos lastres de la Historia-ideología.  
¿Quiere el lector saber qué fue la conquista de América? Este es su libro. Para aprender y también para soñar.
(José Javier Esparza: La cruzada del océano. La gran aventura de la conquista de América, Esfera de los Libros, Madrid, 2014.)

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