Y luego pretendemos que nos tomen en serio

Escándalo en el geriátrico: Europa se pone cachondona

A la Unión Europea no se le ha ocurrido mejor cosa para publicitarse que colgar un vídeo de orgasmos en YouTube. El vídeo ya se ha visto en todas partes. Aquí diremos algo que pocos se han atrevido a decir: que esto es una vergüenza. Pero no por el “porno suave” del vídeo, que eso ya asusta poco, sino porque es una perfecta definición de la situación actual de Europa: no somos más que una muñeca hinchable y, lo que es peor, parece que eso nos encanta. Antes a esto se le llamaba “decadencia”. Ahora también, pero ya sólo da risa. Y eso es casi peor. El vídeo

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J.J.E. 

Todo empezó cuando la Unión Europea tuvo una “ideíca”, como dicen en Aragón: hagamos un vídeo para defender nuestras subvenciones al cine europeo. Bien. ¿Y qué poner en ese vídeo? ¿Un recorrido por el arte monumental europeo? ¿Una ilustración de nuestros prodigiosos avances científicos? ¿Las mejores secuencias de cine histórico, o de cine “comprometido”, o de cine tout court? No: eso serían vulgaridades más propias de los americanos, o sea, de esa gente que hace tantas películas (y sin subvención). Nosotros haremos un vídeo de impacto, vanguardista, progresista: un vídeo de orgasmos. No consta que el cerebro de la ocurrencia fuera un cineasta español, pero tampoco cabe descartarlo.

¿Porno suave? 

La prensa “sensacionalista” británica ha dicho que este vídeo es “porno suave”. No le falta razón. La pieza es un clip de 44 segundos que recoge varias escenas de éxtasis sexual (hetero y homo, faltaría más) extraídas de películas europeas subvencionadas por la Comisión, o sea, por el dinero público de los europeos, y en especial de los países que más pagan. La pasada es tan evidente que en todas partes ha suscitado una ferviente polémica. La Comisión de la UE, herida en su progresista dignidad estética, ha interrumpido sus discusiones cotidianas sobre política monetaria y subvenciones varias y ha salido a la palestra para defender su vídeo con una vehemencia nunca vista: nunca vista, por ejemplo, cuando la guerra del Kosovo, por citar un caso sonoro de intervención militar foránea en suelo continental.

Contaba Reuters ayer que el vídeo está siendo un éxito. No es de extrañar, dado su carácter. Lleva catorce semanas circulando, ha aparecido ya en varios medios de comunicación de la UE y va por el millón y medio de visitas. Esto conviene expresarlo en sus justos términos: en el negocio del espectáculo, la afluencia de público no implica necesariamente una adhesión afectiva o, mucho menos, intelectual. O sea que es posible ver ese vídeo y, a continuación, declarar que estamos ante una perfecta gilipollez. Es el caso. 

Cuestión de imagen

La pregunta, evidentemente, es si esta es la mejor manera de mostrar en qué se gastan las subvenciones de la UE a la cultura y, más allá, si esta es la imagen más adecuada para Europa. Respecto al primer punto, hay algo que resulta bastante doloroso: en ese vídeo aparecen escenas de orgasmos en algunas películas que, como Good Bye Lenin o Amélie, son realmente estimables, pero lo que las hace estimables no son sus orgasmos, sino todo lo demás, y de eso no se dice una palabra. Y respecto al segundo punto, el de si esta es la imagen más adecuada para la Europa que queremos, no cabe duda de que aquí habrá división de pareceres. Para muchos conciudadanos nuestros, Europa es esencialmente un próspero jardín de ocio donde nuestros viejos pueblos, hartos de luchar, se entregan dulcemente a los placeres de la vida mientras llega, indolora, su inevitable extinción; para esta gente, el video es un buen retrato del horizonte europeo. Otros, por el contrario, no hemos renunciado a sobrevivir en un mundo donde las grandes apuestas se juegan en terrenos tan distintos como el poder o la identidad; para éstos –para nosotros-, este vídeo es un perfecto resumen de la euroestupidez que padecemos. 

Una cuestión de detalle: el montaje termina con una frase, Let´s come together, cuyo ambiguo sentido ha sido subrayado por la prensa, porque puede traducirse como “vayamos juntos”, “unámonos”, pero también, en sentido vulgar, como “corrámonos”. La prensa, que es muy mala, ha preguntado si esta frase es una “insinuación aceptable” desde el punto de vista institucional y, por otro lado, si es así como va a traducirse a las demás lenguas de la Europa de los Veintisiete.

En respuesta, un portavoz de la Comisión ha invitado a la prensa acreditada en Bruselas a “relajarse y acomodarse a los nuevos tiempos”. El portavoz, cuya identidad no ha trascendido, ha añadido: “Déjennos tener al menos por una vez sentido del humor y eviten volver a caer en aquella guerra de los años cincuenta sobre qué es sexo, qué es pornografía, y qué es lo que simplemente puede verse de forma normal en televisión”. 

¿A alguien le queda alguna duda sobre cuál es el futuro de Europa?

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