Sin los colaboracionistas, sin esa gente —tanto los del Partido como los de los medios— sería incomprensible tanto el mantenimiento del Régimen durante cincuenta años como el olor apestoso que...
«No te atrevas a invocar el nombre de España para romper las leyes que a todos nos obligan», lanzó Abascal al presidente del Gobierno, ese «autócrata sin escrúpulos».